sábado, 13 de mayo de 2017

Marruecos y tres horas en camello.

Como dice la frase de mi blog, "El viaje no empieza cuando te subes a la moto, sino cuando empiezas a soñarlo" y de eso ya había pasado algún tiempo, tanto que había ido sufriendo distintas configuraciones, desde la más aventurera, a la quizá más sensata de la mano de Ruta Cero Tours y un montón de buenos amigos.


Jueves 27 de abril.
La salida estaba programada para el viernes, pero con tanto tiempo de antelación no pudimos prever lo caprichosa que puede llegar a ser la climatología, y en esta ocasión y a pesar de estar casi en el mes de mayo, lo de abril aguas mil, se estaba quedando corto.
El viernes se acercaba y el tiempo no daba tregua, las previsiones eran de lluvia desde el inicio hasta el final del viaje. Un torbellino de ideas sacudían mi cabeza; yo ya lo tenía claro, ahora solo faltaba hacérselo ver a mi compañera de aventuras.
A las siete de la tarde del jueves pusimos rumbo hacia el sur, nuestro destino Jaén, punto intermedio que nos debería asegurar quitarnos unos 300 km sin ninguna gota de agua.

Las previsiones nos engañaron, después de la primera parada, pasado Manzanares, comenzaron a aparecer las primeras gotas de agua sobre la cúpula de la moto.
Entre idas y venidas en forma de tímidas gotas de lluvia, Jaén nos recibió con una tremenda tromba de agua. Sin duda, los poco más de 20 Km de lluvia, bien amortizaron el coste de los trajes de agua.


Viernes 28 de abril.
Las previsiones son de día lluvioso, no se equivocaron, es más, yo diría que se quedaron cortas.
Pasado Marbella, el agua cae como si no fuese a haber un mañana y ya no nos abandonaría hasta llegar a Tarifa, privándonos de unas vistas espectaculares. Pero fue desde Algeciras, cuando la circulación se hizo mucho más difícil, transformándose la carretera en un pequeño cauce de río .
¡Cómo no habrán inventado aún limpia cúpulas o cascos para estos días de lluvia!
Una rápido picoteo y un paseo sin rumbo por las calles de Tarifa nos sirvieron para hacer tiempo, antes de conocer a las 14 personas con las que compartiríamos esta impresionante aventura por tierras del Reino Alauita.
Cena en El Tapeo (Tarifa)



Sábado 29 de abril.
Son las 7,20 de la mañana y aún ni la lluvia se ha despertado en Tarifa, todo el grupo nos encontramos preparados junto a nuestras motos en el parking del Hostal Tarifa para recorrer el escaso kilómetro que nos separa del Puerto.
¡No puede ser! Al principio pareció una broma, pero no lo era, Cesar y Gemma habían olvidado sus pasaportes en Barcelona.
Partimos rumbo a Tánger sin ellos.

Tánger nos recibió con una fuerte lluvia, mientras realizábamos los interminables trámites aduaneros.
De camino hacia la Cueva de Hércules, lugar que según cuenta la leyenda fue la gruta donde descansó  Hércules después de separar Europa de África, atravesamos una de las zonas más exclusivas de Tánger, villas lujosas luchaban por estar lo más próximas posibles a uno de los Palacios Reales allí ubicado.
Una breve visita a la mencionada cueva fue el aperitivo de nuestras andaduras por tierras alauitas.
Tras recorrer 220 Km por la autopista A1 nos presentamos en el hotel Bélere Rabat, como parking su acera, pero sin ningún problema, mucho más segura que cualquier parking de España. Tras dejar los equipajes en las habitaciones llegamos al restaurante El Bahía, en el centro de Rabat, junto a su medina o plaza Bad el Had.


Río Bu Regreg


Por la tarde, después de descansar un poco en el hotel visitamos el Mausoleo de Mohamed V, sepulcro real situado en la explanada de la Torre de Hasán y de estilo tradicional árabe musulmán marroquí; continuando por el margen del río Bu Regreg llegamos a la puerta llamada de Bab Oudaya, que da acceso a la Kasbah o ciudad amurallada.




Té en el Café Maure

Su interior de muros blancos, puertas y ventanas azules, y suelo empedrado hace transportarnos en el tiempo y olvidarnos que nos encontramos en la capital del Reino. En este pintoresco lugar a parte de los Jardines Andalusies, Museo Nacional de la Joyería y la mezquita más antigua de Rabat, Jemaa Al Atiq (S.XII), se puede disfrutar del Café Maure, lugar ideal para hacer un alto en el camino y sentarse con nuestros compañeros de viaje  alrededor de una mesa con té y dulces.

Nada más salir de la Kasbah, nos dejamos perder por las estrechas y ya oscuras calles su medina, poco a poco nos vamos abriendo paso entre la muchedumbre que se agolpa entre las cientos de tiendas y tenderetes, que a duras penas dejan espacio suficiente para el paso de los peatones; sin saberlo, nuestro siguiente destino cada vez se va encontrando más cerca.


El Dar Niji nos recibió como a unos auténticos marajás.

Recibimiento en el Restaurante Dar Niji
Lugar muy pintoresco al que acuden tanto lugareños adinerados como turistas y en el que se puede disfrutar de la amabilidad de los camareros, de una típica comida marroquí (ensaladas, pastelas, tajines...), así como de la ceremoniosidad con la que sirven el té moruno. 
Ceremonia del té.
Aquí volvimos a encontrarnos con César y Gemma, tras haber solucionado en tiempo récord el pequeño y a la vez gran problema del pasaporte.
Pinchitos en un restaurante sin nombre de Ben Guerir.



Domingo 30 de abril.
Nos despedimos de Rabat y ponemos rumbo sur, Marrakech nos espera.
La autopista nos lleva en paralelo por la costa atlántica hasta la ciudad de Casablanca, aquí la carretera empieza a adentrarse al interior de Marruecos y pese a no dejar la autopista, podemos ir comprobando como el paisaje y las poblaciones que vamos dejando a uno y otro lado de nuestro camino van dibujando un mosaico de contrastes.
Abandonamos la autopista y nos adentramos en la población de Ben Guerir, atrás quedó la típica comida para los turistas, ahora la carne que nos vamos a comer es la que vemos expuesta en la entrada del "restaurante".
Recorremos los 70 Km que nos faltan hasta llegar a Marrakech por la carretera N9, perfectamente trazada con unas interminables rectas.
Avenida de Mohamed VI
La principal vía de la ciudad de Marrakech, la Avenida de Mohamed VI, nos traslada majestuosamente hasta nuestro hotel  el Atlas Asni Marrakech.

La Kautoubia
Tras un pequeño descanso, ponemos rumbo a pie hacia la medina o ciudad antigua, antes nos encontramos con la imagen de La Koutoubia, la hermana gemela de la Giralda de Sevilla, de construcción anterior y menor tamaño que la española, sirvió de modelo para la construcción del minarete sevillano.

La entrada a la medina, la mayor de Marruecos, la realizamos por la puerta Bab Jdid, una de las 19 puertas que franquean su gran muralla y de la que llama la atención su característico color rojo.
En pocos metros nos adentramos en el corazón de la medina, su gran plaza Jemaa el Fna, donde se citan acróbatas, cuenta cuentos, aguadores, encantadores de serpientes, amaestradores de monos y vendedores de zumos naturales. Aún así, nos vamos abriendo paso entre sus gentes y nos dirigimos a la terraza del Café de France, sus vistas espectaculares a la plaza, una lástima no haber llegado 10 minutos antes y haber podido contemplar la puesta de sol.
Vistas desde la terraza del Café de France
La noche va pidiendo paso y con ella la plaza se transforma en un gran restaurante, la vorágine de los chiringuitos, y el olor que de ellos se desprende, será una invitación difícilmente evitable para sentarse en alguno de ellos y sentirte como un verdadero local.
Cena en un puesto de la plaza Jemaa el Fna


Lunes 1 de mayo.
Hoy es un día sin moto y la mañana, después del desayuno, la empleamos para visitar, junto a una guía local, alguno de los lugares más emblemáticos de la ciudad.
Iniciamos la visita en El Mellah o antiguo barrio judío de Marrakech, de calles estrechas y perfectas para hacer un viaje por la historia, sin abandonar este barrio, pronto nos encontramos en las puertas del Palacio de Bahía, una de las construcciones arquitectónicas más importantes de Marrakech, construido a finales del siglo XIX  y en el que se ubican 150 habitaciones que dan a diversos patios y jardines, destacando el lugar que ocupa el harén de las 4 esposas y 24 concubinas de Abu Bou Ahmed, un esclavo negro que llegó a ser visir y llevó al palacio a su máximo esplendor.
Interior del Palacio de Bahía.
Continuamos la visita hacia el Palacio Badi, gran recinto amurallado del siglo XVI construido por aquel entonces con los mejores materiales de la época. De este complejo solo quedan amplios muros de varios de sus pabellones, complejos subterráneos y grandes explanadas con jardines de naranjos y algún estanque.
Palacio Badi
Nuestra próxima parada, las tumbas de Saadíes y su mausoleo, que albergan los restos de unos setenta miembros de la dinastía Saadíe, entre los cuales están los de Ahmad al-Mansur y su familia.
Tumbas Saadies
Finalizamos la ruta en la Plaza Jemaa el Fna, era la hora de la comida y esta si que fue como un auténtico local y quizá me esté excediendo, no creo que muchos lugareños hayan visitado tan singular restaurante; una estrecha calle en el zoco, junto a la plaza, nos ofrece su mejor y único manjar, un exquisito asado de cordero elaborado en un horno ubicado bajo el suelo. Aquí no hay manteles, tenedores ni nada por el estilo, con la mano derecha, como manda la cultura musulmana, nos íbamos haciendo de las porciones que nuestras manos nos proporcionaban.

Después de la comida, nada mejor que perdernos durante unas horas en sus zocos, diseminados por cientos de callejones techados y recónditos rincones, los zocos o mercados nos presentan todo tipo de géneros en miles de tiendas ajenas al ajetreo que las envuelve. Artículos de primera necesidad, babuchas y artículos de cuero, alfombras, frutos secos, aceites y cosméticos, joyas y muebles, souvenirs para turistas, telas de todo tipo.....Es difícil pensar en algo que no se pueda encontrar en los Zocos de Marrakech. Además muchos de los tenderos son auténticos artesanos y así tendremos la oportunidad de ver en acción a curtidores, carpinteros, herreros, joyeros, zapateros, cuchilleros o cesteros, fabricar los bienes que abarrotan sus estanterías.
Zoco Marrakech



Martes 2 de mayo.
Volvemos a coger la carretera N9 para poner rumbo a Boumalne du Dadés, puerta verde a la Garganta del Dadés, que toma el nombre del río que la excava.
A poco de dejar Marrakech, la carretera comienza a ponerse divertida y el viaje da un giro de 180º, atrás queda la cosmopolita y gran urbe de circulación imposible, para ir dando paso a paisajes agrestes, antesala del gran desierto.


Otro alto en el camino en el Café Tizi Ait Barka, nos permite contemplar desde su terraza, a lo lejos en el valle y perfectamente mimetizadas en el entorno, las pequeñas localidades de Ait-Barka y Dauvar Ait-Imgeur.
Al fondo Ait-Barka y Dauvar Ait-Imgeur.

Antes de coronar el Puerto.


Tras un pequeño descenso, la carretera se empieza a empinar, contemplando los típicos pueblos construidos en adobe, tan característicos de esta parte del país. Llegados a cierta altura, el paisaje cambia y la vegetación desaparece. Barrancos y más curvas se suceden hasta llegar al Col du Tichka (2260m).


Col du Tichka
La carretera continúa y los pueblecitos y aldeas se suceden a uno y otro lado de la carretera, nuestro siguiente destino Ait Ben Haddou, cada vez se encuentra más cerca.
Este espectacular pueblo de arcilla y piedra rodeado por una gran muralla, aspecto que lo convierte en uno de los lugares más bellos de Marruecos, está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y es un lugar donde han sido rodadas varias películas y series, entre ellas, Lawrence de Arabia, La Momia, Gladiator o Juego de Tronos. 

Al fondo, Kasbah Ait Ben Haddou






Continuamos nuestro camino hacia la Garganta del Dadés, pero aún faltan muchos pueblos por recorrer, muchos niños a los que saludar a nuestro paso y más de algún sobresalto en la carretera.




Inicio de la garganta Dadés






Desde Boulmane, el valle se estrecha, la vegetación se hace más escasa, nos adentramos en las gargantas du Dadés. Un espectáculo inolviable. Un profundo barranco de muchos metros de desnivel en el que la carretera serpentea para conectarse con el valle de Msemrir. 

El paisaje es hermoso, las casas se funden con las rocas y el río Dadés corre lentamente desde altas mesetas de piedra caliza. 








Uno de los puntos más altos de la garganta de Dadés

Es difícil poder plasmar en unas líneas tanta belleza, ni las imágenes que captaron nuestras cámaras pueden reflejar tan colosal y espectacular paraje.
Pero aún la tarde nos deparaba nuevas emociones; como si de un curso acelerado de off road se tratase, al menos para mí, nos adentramos por lo que podría considerarse una semi pista, para acceder a lo más alto de la garganta.
Aún desconocía que iba sin freno trasero

Riad Des Veilles Charrues
El día finalizó con una estupenda cena, al más estilo occidental, en el hotel restaurante que debía de habernos dado cobijo esa noche, Maison d'Hôte-Aubergue Chez Pierre, todo un placer para los sentidos, tanto por lo elaborado de su cocina como por la exquisitez y buen gusto en el diseño de sus interiores.
Pero ya no había tiempo para el lamento, el día había sido duro y teníamos que descansar, así que la alternativa fue un Riad a unos pocos kilómetros de distancia.






Miércoles 3 de mayo.
Hoy quizá era uno de los días más esperados del viaje, nuestro destino final era el desierto de Merzouga (Erg Chebbi).
Una foto en Tinghir
A mucho menos de la mitad de camino y sin dejar la ya desértica carretera N10 nos encontramos con la ciudad de Tinghir, no podemos desperdiciar la ocasión de desviarnos tan solo 25 Km hacia el norte, por una carretera que nos ofrece preciosos paisajes, múltiples Kasbahs, algunas poblaciones de adobe abandonadas o en ruinas y un majestuoso palmeral,  pero lo que realmente impone es su final, la Garganta de Todra, uno de los cañones rocosos más impactantes del mundo.



Garganta de Todra

Ante nuestros ojos y casi sin darnos tiempo a preparar nuestras cámaras, se levanta una enorme roca que, en la distancia, parece que se traga la carretera, pero no es así, conforme nos vamos acercando, te das cuenta que somos nosotros mismos los que somos engullidos por la montaña. El sol desaparece, metros de roca se levantan en el margen izquierdo de la carretera, mientras que en el derecho, el río se abre paso antes de que una pared vertical quiera alcanzar el cielo. Es un lugar increíble que te hace imaginar las poderosas fuerzas de la naturaleza que un día tallaron esta región.



Tras una breve parada para disfrutar de tanta majestuosidad, volvimos por nuestros pasos hasta Tinghir y de nuevo N10 con un destino claro, el desierto.
En algún lugar del desierto


Se nota que el desierto cada vez estaba más cerca...


Según nos íbamos acercando, la carretera se estiraba, mostrándonos interminables rectas con paisajes desérticos, la temperatura también iba aumentando poco a poco y en mitad de la nada pudimos observar una gran montaña, la Cárcel Portuguesa, que dejamos para mejor ocasión.
Transporte colectivo hacia el desierto.
Al fin llegamos a Merzouga, la perla del desierto de Marruecos, junto a ella, el Erg Chebb o desierto.
Como las motos difícilmente iban a encontrar el camino adecuado para llegar al campamento de Jaimas donde íbamos a pasar la noche, nada mejor que hacerlo a jorobas de dromedarios, que no camellos; así que dejamos nuestros cascos y trajes moteros en el hotel Riad Alí y los sustituimos por turbantes. Ya estábamos preparados para convertirnos en pequeños aprendices de Lawrence de Arabia.
Al desiertooooo

A ritmo lento, pero sin pausa, nos fuimos adentrando en en el mar de dunas, un intenso azul cielo, solo roto por el color arena del desierto, marcaba nuestro destino a una hora y media de distancia en dromedario.


Nuestro guía
Tras la cena, bajo la luz de las estrellas y entorno al fuego, tuvimos una auténtica fiesta berebere; tambores, castañuelas metálicas y bailes locales amenizaron una noche inolvidable en medio del desierto.
Fiesta berebere bajo las estrellas.


Jueves 4 de mayo.
A penas nos las 6 de la mañana y se empiezan a escuchar palmas y tambores, es la forma que tienen los bereberes para informarnos que en una media hora se producirá la salida del sol. 
Campamento.

Parece que no hubiéramos pegado ojo en toda la noche; si te aventuras a vivir en el desierto una inolvidable experiencia, en todos los sentidos, no esperes grandes lujos, un colchón sobre unos palets en una pequeña habitación contigua a las demás y separadas por una tela, será tu morada, y eso el cuerpo, a ciertas edades, también lo vive como una experiencia inolvidable.



A las 6,40 horas, la prometida salida de sol empezó a vislumbrarse en el horizonte, justo por encima de la cordillera que separa Marruecos de Argelia, en unos dos minutos, una imponente bola de fuego se mostraba ante nuestros ojos con todo su esplendor.
Salida del sol sobre la cordillera de Argelia.
Era el momento de regresar al hotel Riad Alí, nuestros dromedarios esperaban impacientes por hacer su trabajo. La hora y media de regreso se nos hizo más larga, la noche en el desierto nos había pasado factura y nuestras posaderas no veían el momento de descender de las jorobas de aquellos dromedarios.
Regreso al Riad Ali.
Después de ducharnos y desayunar en el hotel, nos subimos en unos 4x4 para hacer un circuito por las dunas del desierto, no sin antes dejar de visitar un curioso museo de vehículos 4x4, junto al Albergue Palais de Dunes, que no encontrarás en una ninguna guía turística.
Museo vehículos 4x4.
Otro punto de obligada parada fue la ciudad de Rissani, conocida principalmente por su mercado que se realiza tres días por semana, los martes, jueves y domingos. Es el momento de recorrer sus pasillos, disfrutar de la imagen de los los rayos de sol penetrando entre sus tejados, el olor a comino, a cuero recién curtido, en definitiva, su autenticidad y realidad palpable menos turística.
Mercado de Rissani.
Junto al mercado, llama la atención el mayor apartamiento de burros del país; ¡En algún lugar tendrán que aparcar los comerciantes sus medios de transporte!
Aparcamiento de burros, mercado de Rissani.
A cinco kilómetros de Rissani, en medio de la llanura, se levantan dos montículos que se cierran en forma de U. Como todo en el viaje, según te vas aproximando al lugar las emociones se aceleran, nos encontramos ante la única entrada de lo que se conoce como la cárcel portuguesa; si decides entrar, cosa que no te deberías perder, te hallarás inmerso en lo que al parecer fue una gran presa de agua, construida por esclavos negros que más tarde eran vendidos en Portugal y de ahí su nombre.
La Cárcel Portuguesa.

Impresionantes  vistas.



El lugar ha sido escenario de múltiples películas como el Príncipe de Persia, La Momia..., si bien su interior, no guarda ningún testimonio de su pasado y te puede hacer pensar el haber perdido el tiempo en llegar hasta tan recóndito lugar, no desistas y continúa hasta su parte más alta, ante tus ojos se mostrará una de las más espectaculares vistas del desierto, pudiendo admirar la basta llanura en toda su esplendor.



La tarde era libre y a pesar de todas las posibilidades que Merzouga nos ofrecía, quads, paseo por las dunas, buggies, piscina..., el cansancio acumulado por el paseito mañanero en dromedario, el calor del desierto y el traqueteo de los 4x4, optamos por el descanso en la habitación del riad.
Riad Ali.
La noche llegó y con ella la que iba a ser otra fiesta de tambores y bailes, pero poco duró la fiesta berebere, nuestros cuerpos estaban más dispuestos a disfrutar del colchón de la habitación que del sonido de los tambores.



Viernes 5 de mayo.
La primera parada en la ruta de hoy la realizamos en el Oasis de Tafilalet, que da nombre al conjunto del valle y de la provincia de Errachidia, es el mayor palmeral del mundo, con unas 800.000 palmeras datileras.
Oasis de Tafilalet.
Túnel de los legionarios




Unos kilómetros después de dejar el palmeral, atravesamos el Túnel de Foum Zabel, conocido como el túnel de los legionarios, porque fue una compañía de la legión extranjera quién excavó sobre una gran roca de granito rojo los 62 metros necesarios para atravesarla.






Atrás fuimos dejando la sequedad más absoluta del desierto, para ahora ir buscando la vegetación más frondosa.
Entrada a Midelt.

A partir de Midelt y aprovechando una parada técnica para alimentar a nuestras motos y nuestro cuerpo, optamos por volver a sacar la ropa de abrigo olvidada en nuestras maletas, la temperatura había descendido considerablemente y las previsiones nos decían que iban a seguir bajando. El color verde había desplazado al marrón del desierto
¡Qué contraste de colores!
Sin dejar la N13 desde nuestra salida y antes de llegar a la altura de Azrú, nos encontramos con un impresionante bosque de cedros, no es éste el único atractivo del lugar, ya que ha de compartirlo con la presencia de unos vistosos caballos, que esperan pacientes la llegada de turistas, así como de unos graciosos monos a la espera de comida; el turista que no lleve algo que poder echar a los primates, que no se preocupe, en el lugar encontrará atentos lugareños que le proporcionarán lo que deseen, previo el consabido pago de unos cuantos dirhams.

Parece que entramos en otro país, atrás quedó la arena del desierto y con ella el intenso calor, ahora predomina el color verde, no es de extrañar que a tan solo 20 Km de aquí, se encuentre la ciudad de Ifrane, conocida como la pequeña Suiza, es una pena no haber tenido más tiempo y habernos acercado a visitarla.
Rico, rico...
Continuamos nuestra camino hacia Boufakrane, lugar elegido para comer, nuestra presencia no pasa inadvertida y los encargados de los puestos de pincho, como allí se les conoce a los restaurantes, se afanan por ofrecernos las mesas de sus locales, pero la parada ya estaba concertada y los empleados del único puesto que no se altera por nuestra llegada, se apresura en avivar las ascuas en las que cocinarán las carnes que comeremos.


Llegamos con tiempo suficiente a Meknés para visitar a pie su medina y plaza; en esta localidad poco frecuentada por turistas, puedes admirar en su plaza la famosa puerta de Bab el Mansour, construida por Muley Ismail en el siglo XVIII, bellamente decorada con azulejería.
Puerta de Bab el Mansour.
También te puedes perder por las calles de su zoco, donde podrán encontrar de todo, desde especias y comida hasta pieles y zapatos.





Como en la mayoría de los enclaves musulmanes , la vida empieza al irse el sol, con un fascinante mundo lleno de experiencias, gentes, sonidos, olores y aventuras; por lo que no hay nada mejor que ocupar un buen sitio en alguna de las terrazas de su plaza y saborear un zumo de naranja con fresas, mientras que la noche va ganando la batalla al sol.



Sábado 6 de mayo.
El día amanece gris, parece que se había contagiado de nuestros sentimientos al tener que abandonar este país, pero todo llega y ahora era el momento de poner rumbo a Tánger, el ferry esperaba para devolvernos a España.
Tan solo nos quedaban 300 Km en los que intentar ir colocando tantas vivencias, lugares visitados, contrastes de colores, olores, sabores, que se encontraban dispersos por nuestras mentes y que ahora tendríamos que organizar a modo de puzzle.
No puedo finalizar este relato, del que seguro se quedan muchas cosas  en el tintero, sin agradecer a todos los que han hecho posible que este viaje, simplemente haya sido ESPECTACULAR, a mi fotógrafa y compañera de aventuras, porque sin ti este blog no podría existir; a Antonio, de Ruta Cero Tours, porque nos has llevado y guiado por sitios que jamás hubiéramos conocido solos; a "los niños" Carlos y Goyi por vuestra disposición y atención en todo momento; y a todos los compañer@s de aventuras y desventuras, Pedro y Rosa, José Luis y Cinta, César y Gemma, César y Ana, Jesús, Goyo y Rafa, por todos esos buenos momentos y risas que nos han seguido durante toda la ruta.