miércoles, 20 de septiembre de 2017

Fin de semana por tierras toledanas.

El verano ya está llegando a su fin, o al menos lo que entendemos por verano astronómico, y no quería despedirme de él, sin antes disfrutar de un buen fin de semana en moto y en compañía de buenos amigos, así que me puse manos a la obra.
Lo primero, decidir dónde pasar ese fin de semana; lo segundo, encontrar amigos dispuestos a pasarlo bien y tercero, diseñar esas 48 horas que íbamos a tener por delante.
La primera interrogante se responde con el nombre de Toledo, son muchas las facetas que hacen de Toledo una ciudad absolutamente especial, genuina, radicalmente distinta a la mayoría y que le confieren un encanto capaz de enamorar a quien la conoce y de seducir a quien la visita; los amigos: Rafa, que a lomos de su FZ6 se vino desde la mismísima Málaga, Goyo y Esther, desde Valladolid en una GS1200 ,y Pablo y Espe, desde Madrid con su RT1200.
La tercera interrogante es la que puedes descubrir si decides seguir leyendo estas líneas...



Viernes 15 de septiembre.
Desde nuestros distintos puntos de origen nos habíamos citado en el Hotel Carlos V, un tres estrellas con una ubicación inmejorable para visitar la ciudad de Toledo. Este hotel no dispone de parking propio, pero sí de dos parking concertados a tan solo 200 metros, junto al Alcázar, y al precio de 14€ el día, tanto motos como coches, así que cualquier parking público de motos puede servir; todos los días aparcamos junto al hotel sin ningún problema.

Entrada a Toledo por A-42
Para visitar Toledo, la primera tarde te recomiendo que te dejes perder sin rubo fijo por sus callejuelas y rincones, no hay nada mejor para tomar el pulso a la ciudad, después ya será la hora de coger el plano o contratar los servicios de algún guía.
Pero nosotros el sábado salíamos de la ciudad, así que no nos quedaba más remedio que realizar una visita un tanto "programada", un paseo de unos tres kilómetros para intentar ver lo que considero esencial de esta bella ciudad.
https://goo.gl/maps/AJAeboifXMq
El recorrido lo empezamos en la Plaza de Zocodover, nombre que proviene de zuq ab- dawabb, palabra Árabe que significa mercado de bestias de carga, y que nos indica cuál debió de ser el uso de la plaza allá por el año 711, cuando los musulmanes llegaron a Toledo. Después esta plaza también fue utilizada como lugar de festejos, celebración de autos de fe por parte de la inquisición, desarrollo de festejos taurinos, más recientemente usada como lugar del mercado semanal, el conocido "martes" y en la actualidad sitio de descanso para los toledanos y lugar de inicio de muchas rutas turísticas por la ciudad.
Plaza de Zocodover.
Junto a la plaza nos encontramos el Arco de la Sangre (Siglo X) antiguamente conocido como Puerta de los Caballos, ya que era el único acceso de la época a la muralla interior. El nombre se debe a que en su parte superior se encuentra la capilla de la cofradía  de la Preciosa Sangre de Cristo, congregación que asistía a las personas que iban a ser ejecutadas.
Descendiendo por la calle Armas, como si fuésemos a abandonar la ciudad, nos encontramos con El Miradero, lugar que nos ofrece unas espectaculares vistas sobre la vega del Tajo y los arrabales de Toledo, y sitio donde podrás estacionar la moto si tu estancia en Toledo es de un sólo día, o el hotel elegido está en las proximidades.
Vistas desde el Miradero.
Descendemos un poco y atravesamos la Puerta del Sol, puerta que da acceso a la ciudad por la única parte del peñasco toledano no rodeado por el río Tajo, lo que convertía a este acceso en el más vulnerable de todos.
Mezquita del Cristo de la Luz.

Solo tenemos que ascender por unas pequeñas escaleras y nos encontramos delante de la que fue la Mezquita del Cristo de la Luz, este pequeño lugar junto con la mezquita de Córdoba constituye el más importante monumento del arte musulmán y mudéjar en España.
En el suelo, frente a la puerta de la Mezquita, se encuentra una baldosa de color blanco, donde la leyenda dice que en el año 1085, cuando Alfonso VI entró en la ciudad de Toledo, su caballo se arrodilló negándose a avanzar, y allí en la mezquita, tras la grieta de un muro, los ojos de Alfonso VI pudieron contemplar como la luz eterna de un candil iluminaba un crucifijo, el "Cristo de la Luz", nombre con el que, a partir de entonces, se conocería ya a la bella mezquita.

Virgen de Alfileritos.
Desde aquí subimos por la Calle Cristo de la Luz y desembocamos en la Calle Alfileritos, a nuestra izquierda podemos observar una pequeña imagen de una Virgen pintada en un lienzo e incrustada en una hornacina protegida por una reja y un cristal, la Virgen de los Alfileritosdebido a que en la actualidad, por unos diminutos agujeros situados en el cristal, arrojan alfileres las mujeres que desean ventura amorosa. ¿Pero cuál es el por qué de esta costumbre? Cuenta la leyenda que en el Siglo XVI, dos amantes toledanos se vieron obligados a separase a causa de las guerras, ella, doña Sol, una dama relevante de la ciudad y él, don García de Ocaña, un apuesto capitán de las tropas de Carlos V. Todas los días la dama, junto a su criada, acudía a la Virgen a rezar por el pronto regreso de su amado hasta altas horas de la noche, por lo que le pedía a ésta que si le vencía el sueño, la despertara clavándole un alfiler que luego depositaba en la hornacina. El tiempo transcurrió aumentando el número de alfileres depositados junto a la virgen, hasta que finalmente el capitán regresó sano y salvo.
Puerta del Cambrón.

Continuamos por calles, rincones y recovecos llenos de historia y de leyendas, Toledo no para de mostrar sus secretos y magia a través de los detalles de sus calles, como las portadas graníticas con los blasones ilustrativos de un ayer esplendoroso.
Llegamos hasta la Puerta del Cambrón, la que fue conocida como la puerta de los judíos, ya que a través de ella se accedía a la judería de Toledo.
Su nombre actual se debe a unas especies de cardos, que crecían en las inmediaciones de forma espontánea, las cambroneras.

La noche va cambiando el color de la ciudad, y a escasos metros nos encontramos con el espectacular Monasterio de San Juan de los Reyes, construido por los Reyes Católicos, en acción de gracias por la victoria de la batalla de Toro (1476). Llaman la atención las cadenas colgadas en los muros exteriores de la iglesia. Corresponden a los cautivos liberados en la larga campaña de Granada y se colgaron en 1494, como ex-voto y símbolo del triunfo de la fe cristiana.
Monasterio de San Juan de los Reyes.
Judería de Toledo.
A unos cien metros nos encontramos con la Sinagoga de Santa María la Blanca, construida en el Siglo XII para cumplir las funciones de culto judío, pero con una clara decoración de estilo mudéjar, lo que te hace pensar que estás en una mezquita, ya que los arquitectos y artesanos que la construyeron fueron traídos desde Córdoba.
En unos metros más adelante llegamos a la Sinagoga del Tránsito, actualmente Museo Sefardí. Es la mejor conservada de las 6 sinagogas que aún perduran en la Península Ibérica.


Vistas desde la Plaza del Padre Juan Mariana.
Callejeando por la calle Samuel Leví, llegamos hasta la Iglesia de Santo Tomé, construida tras la reconquista de la ciudad por Alfonso VI en 1085. La importancia de este lugar se debe a que en 1586 el párroco de la iglesia encomendó a un pintor de la ciudad, Doménikos Theotokópoulos, más conocido por el nombre de El Greco, la representación del milagro acaecido durante el entierro del señor de Orgaz.
Salimos del barrio de la judería y nos trasladamos por la calle Alfonso XII hasta la Iglesia de los Jesuitas, el segundo templo católico más grande de la ciudad y ejemplo único del barroco en Toledo. Merece la pena visitar no solo el interior de esta iglesia, sino también animarse a subir a sus dos torres. Desde allí podremos ver a nuestros pies parte de la ciudad, incluyendo entre otros edificios el imponente alcázar y la catedral.
Pero recordar, hasta el 30 de septiembre el horario de apertura es hasta las 18,45 horas.

Si llegáis hasta esta iglesia caída la noche, al menos os quedará el consuelo de poder ver desde la Plaza del Padre Juan Mariana una espectacular torre de la catedral iluminada.



Callejón del Nuncio Viejo.


Bordeando por el lado derecho esta plaza, según se mira a la torre de la Catedral, os adentraréis en el Callejón del Nuncio Viejo, quizás la calle más estrecha de todo Toledo.

Tras llegar a su fin, giraremos a la derecha hasta llegar a la calle Hombre de Palo, donde y sin entrar en ella, descenderemos hasta tener una visión lo más buena posible de uno de los iconos de la ciudad, la Catedral Primada de España.

Aquí finalizamos la ruta cultural y nos adentramos en una ruta gastronómica por alguno de los muchos locales que, para estos menesteres, tiene la ciudad.





Como recomendaciones:


"Bombas" Bar el Trébol.
   -Bar Ludeña, en la Plaza Magdalena 10.
No dejéis de probar sus exquisitas carcamusas, uno de los platos típicos de Toledo, eso sí, armaros de valor, ya que difícilmente vais a encontrar sitio en su terraza y menos aún en su interior.ç

   -Cervecería El Trébol, en la Calle de Santa Fe 1.
Los restos históricos de una muralla islámica descubierta cuando reformaron y ampliaron el local, ambientan un moderno y concurrido bar de tapas, pulguitas y tostas, donde el clásico de toda la vida sigue siendo la "bomba".

Para tomar una copa:
   -Terraza del Hotel Carlos V, qué mejor y más cercano sitio podíamos elegir para disfrutar de una tranquila copa, mientras disfrutamos de unas espectaculares vistas hacia el Alcázar y la Catedral.
Terraza Hotel Carlos V.


















Sábado 16 de septiembre.


Hoy era el día en el que las motos iban a tener su protagonismo, la ruta iba a discurrir por los Montes de Toledo y el Parque Nacional de Cabañeros,  territorios poco transitados, apenas explotados y escasamente poblados, que han podido conservar una variedad paisajística autóctona de increíble valor. 
No se trate de una ruta que destaque por sus sinuosos trazados y elevadas cumbres, ni en la que vayamos a encontrar pueblos con un gran contenido histórico o artístico, pero sí vamos a disfrutar de carreteras solitarias que se mimetizan entre la vegetación y la orografía del entorno.


Cristo de la Vega.

Abandonamos la Ciudad Imperial por la Puerta de Bisagra, la más importante de la ciudad,
 y girando hacia la izquierda tomamos la Avenida de la Cava Baja, que abandonamos 400 metros más adelante, una casi escondida Ermita del Cristo de la Vega nos espera.

Poco conocida por los turistas, ya que no tiene horario de apertura establecido (la apertura se solicita en una casa anexa), su interior guarda una bonita leyenda que podrás descubrir en el enlace.

Rodamos durante 50 kilómetros casi sin pena ni gloria, hasta la ciudad de Navahermosa; aquí dejamos la insulsa carretera, atravesamos el pueblo y tomamos la TO-3956; la cosa cambia y una estrecha carretera que se mimetiza con el entorno de los Montes de Toledo nos lleva hasta la localidad de Hontanar y desde aquí hasta el cruce de la CM-4157, hacia la derecha el Parque Nacional de Cabañeros, hacia la izquierda lo mismo.
Primera caída.
No sé por qué, no llegué a encontrar la explicación, pero al llegar a este cruce, una vez parado y al ir a iniciar la marcha hacia la izquierda, la moto empezó a inclinarse suavemente, pero sin posibilidad ya de retorno hacia la derecha. Casi sin darnos cuenta estábamos en el suelo; mi primera caída en moto, eso sí, sin ningún rasguño.

Parque Nacional de Cabañeros.
Cogemos la CM-4157 dirección Navas de Estena, una carretera estrecha, quebrada, con un firme en mal estado y pegada a la ladera de la sierra nos lleva hasta el Risco de las Paradas (1174m), una de las mayores elevaciones del Parque Nacional.
Descendemos hacia Navas de Estena, seguimos por la CR-701 hacia Retuerta del Bullaque y aquí tomamos la CM-4057 para atravesar el Parque Nacional de Cabañeros; no hay pérdida, solo hay que limitarse a seguir el color verde del monte bajo que acompaña a la calzada. Parece mentira que lugares así puedan existir en plena Castilla la Mancha, que suele caracterizarse por extensas llanuras. Para los que no hayáis ido nunca será toda una sorpresa.

Llegaba el momento de hacer un alto en el camino para disfrutar de la gastronomía de la zona, el lugar elegido Horcajo de los Montes y concretamente el Restaurante el Molino, a las afueras del pueblo, tanto es así que nos lo pasamos y tuvimos que dar la vuelta en una empinada carretera cuasi pista; parece que a Goyo le había entrado envidia de nuestra caída, pues nada, dicho y hecho; otra caída sin importancia, menos mal que Esther ya se había bajado de la moto, hubiese tenido un bautismo motero total.
En cuanto a lo gastronómico, sitio muy acogedor, decoración exquisita, trato inmejorable y excelente calidad de sus platos; si tengo que poner alguna pega, el servicio resultó un poco lento, pero cuando vas tanta gente, nunca hay tiempo para el aburrimiento.
Restaurante el Molino.
Dejamos atrás el Parque Nacional de Cabañeros y ponemos rumbo a Porzuna por la CM-4106, atrás dejamos el monte bajo, la carretera se retuerce según los tramos y los cambios de desnivel hacen del camino una delicia. La localidad de Alcoba hace de frontera natural con el Parque y ahora empiezan a predominar las fincas y tierras de cultivo a uno y otro lado de la carretera.
Antes de llegar a Porzuna tomamos la CM-403, una carretera recta sin final, dirección Pueblonuevo del Bullaque; nada más pasar el pueblo la carretera se anima un poco, nos estamos acercando al Embalse Torre de Abraham, cómo se nota la sequía, nada que ver con la última ruta que hicimos por esta zona.
En algún lugar de la carretera.
Continuamos dirección Toledo, la carretera no tiene nada de espectacular, tierras de labranza, de pasto y alguna ganadería; atravesamos nuevamente los Montes de Toledo antes de llegar a la localidad de Las Ventas Con Peña Aguilera, localidad en la que destaca la industria de la piel y marroquinería. Conforme vamos dejando atrás los pueblos que nos separan de Toledo, van cayendo los kilómetros, esos kilómetros de relleno que poco aportan a la ruta y máxime cuando son los de regreso.
Vistas desde la carretera del Valle.
Al llegar a la localidad de Argés, la situación cambia, tomamos la carretera TO-3100 para adentrarnos en los cigarrales de Toledo, esas grandes fincas de recreo situadas al sur del rio Tajo y acceder por la carretera del Parador. Simplemente espectacular, una postal inolvidable de Toledo ante nuestros ojos.
Noche de Leyendas.

Finalizada la ruta, una buena opción es contratar una visita guiada por Toledo, hay muchas empresas que se dedican a ello, nosotros optamos por la de "Noche de Leyendas", dos horas en las que un guía te adentra por los lugares más recónditos y desconocidos de la milenaria ciudad, contándote las leyendas que esconden sus rincones.

Después teníamos reservada mesa en La Abadía, difícil que encuentres sitio si antes no has reservado. A los pies de la calle Alfileritos se encuentra este más que conocido local, tanto por los toledanos como por los turistas, con una carta sencilla pero con unos platos bien elaborados y presentados; este local, donde se mezcla lo tradicional con lo moderno, no te dejará indiferente.


Restaurante La Abadía.

Domingo 17 de septiembre.
No nos podíamos despedir de la Ciudad Imperial sin visitar sus dos grandes monumentos, el Alcázar y la Catedral, máxime cuando los domingos la entrada en el Alcázar es gratuita y en la Catedral pasa de costar 10€ a 2,50€.
El hoy llamado oficialmente Museo del Ejército desde el 2010, se enclava en lo que hasta ese año era el Alcázar de Toledo; este edificio que fue destruido casi totalmente en el año 1936, ha vuelto a ser mermado por su fachada que da a la Plaza de Zocodover, con una construcción demasiado moderna. 
Fachada que guarda la esencia del Alcazar de Toledo.
Despacho del Coronel Moscardó.
Si ya conocías el interior, te costará reconocer el nuevo Alcázar, tan solo el despacho del Coronel Moscardó guarda la esencia del pasado, el Patio de Armas sigue más o menos igual, pero han desaparecido los sótanos del Alcázar, donde antes se podían visitar los  aljibes, el horno de pan con la motocicleta que molía el trigo, los catres, los paritorios, y otros detalles de las estancias donde se vivió el asedio durante la Guerra Civil.

El siguiente punto a visitar, la Catedral, todo una pena el no recordar que la entrada los domingos era a partir de las 14,00 horas, así que solo pudimos contemplar el exterior de una de las catedrales más bellas del mundo y con toda seguridad la construcción más impresionante de Toledo.
Es de una belleza inigualable, tanto de día como iluminada de noche, y aunque el acceso a su interior sea mediante el pago de una entrada, merece la pena acceder a su interior, no es cuestión de creencias, simplemente te impresionará, te emocionará.
Catedral de Toledo.
Todo un pecado que el que visita Toledo por primera vez no se puede permitir, así que si alguna vez te ocurre, la penitencia está clara, deberás volver a Toledo a visitar esta maravilla del gótico español terminada en la época de los Reyes Católicos, símbolo del futuro poder español que se avecinaba y todo un manifiesto de poder católico en la multicultural Toledo de la época.
Otro lugar que no podía faltar para tener una de las mejores vistas de la Ciudad de las Tres Culturas es el Mirador del Valle, situado en la carretera del Valle, carretera de circunvalación que une los dos grandes puentes de la ciudad, el de Alcántara y San Martín,  mostrará ante tus ojos una perfecta imagen del casco antiguo de la ciudad, quizás una de las mejores estampas que te llevarás de la ciudad.
Mirador del Valle.
Otra visita obligada es acercarse al Parador de Toledo, si tienes suerte, podrás encontrar una mesa libre en su terraza para tomarte un café o una cerveza; como aperitivo, las vistas de la ciudad, no te hará falta más.
Terraza del Parador de Toledo.
Y para finalizar, no nos podíamos despedirnos de Toledo sin inmortalizar nuestra paso por la Ciudad Imperial, delante de la majestuosa e histórica puerta que durante siglos ha dado la bienvenida a todo aquel que ha querido visitar la ciudad, la Puerta de Bisagra.
Al fondo la Puerta de Bisagra.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Puerto del Pico, Serranillo y Mijares.



Aunque podría haber empezado esta nueva crónica diciendo: "Era un día cualquiera de semana...", pero no, no lo era, era un lunes de la segunda quincena de agosto y como bien dice la canción, "Vaya, vaya, aquí no hay playa", y yo no me quería quedar en casa desaprovechando uno de mis últimos días de vacaciones, así que a las 9 de la mañana me planté ante el ordenador; lo reconozco, me he hecho un adicto al navegador y no me gusta salir a rodar sin antes haber planificado la ruta; después ya habría tiempo para improvisar.
Así que tras revisar algunas rutas anteriores, añadí una nueva lista, o lo que es lo mismo, cree una nueva ruta. Ya solo quedaba copiar algunos puntos de paso de rutas anteriores, añadir otros nuevos y pasarla al navegador.


Lunes 21 de agosto. Valdemoro-Puertos Sierra de Gredos-Valemoro (413Km).
Aunque la ruta se inicia en Valdemoro, un buen punto de encuentro si vamos en grupo es la localidad de Navalcarnero, a tan solo 35 Km tanto de Valdemoro como de Madrid, y nada mejor que hacerlo en su centro neurálgico, la Plaza de Segovia, que recibe este nombre en conmemoración a la vinculación y dependencia histórica que mantuvo con la capital castellana (1499-1627).
Plaza de Segovia.
El de la derecha no es un espontáneo, es el torero Miguel Abellán.
Si decides tomar un café en Casa Peri, que no se te olvide decirle que no te lo caliente mucho, estuve unos diez minutos mirando el café hasta que se puedo enfriar un poco.

Continúo la marcha por la M-507 hasta Aldea del Fresno y desde aquí, aunque la ruta también la podría hacer desviándome por la M-510 hacia Chapineria, sigo las indicaciones del navegador y continuo en paralelo al Río Perales por la M-507, hasta que desemboco en la confluencia con el Río Alberche, lugar conocido como la playa del Alberche, una playa fluvial en mitad de un bosque, gratuita e ideal para refrescarse en esta época del año.
Sin dejar la M-507 y a unos escasos 5 Km, paso por las puertas del Safari de Madrid, tras éste, una gran recta me lleva hasta Villa del Prado y tras atravesar el pueblo, nos encontramos con una gran rotonda con el nombre de la localidad.
Esperando a que la carretera estuviese libre.
Si al llegar a este punto tienes algún coche delante de ti, detén la marcha, dales tiempo y que tu vista los pierda por la carretera; entonces será el momento para que tú aceleres y disfrutes de una revirada subida y posterior bajada hacia la N-403 (Carretera de Toledo a Ávila).


Entrada a Sotillo de la Adrada.
Cruzamos la carretera y continuamos, sin dejar una divertida N-507, hasta Cadalso de los Vidrios. En esta localidad hay que estar atentos, ya que aunque no dejamos la N-507, hay que hacer un giro hacia la izquierda que nos hace ir ascendiendo suavemente por una serpenteante carretera hasta Rozas de Puerto Real, lugar donde podemos dar por finalizada la Sierra Oeste de Madrid. Nada más dejar el pueblo, descendemos hacia la CL-501; la provincia de Ávila nos da la bienvenida con la localidad de Santa María del Tiétar.
Después vendrán otros pueblos; Sotillo de la Adrada, siempre que lo cruzo tengo la sensación de estar atravesando un pueblo del levante español en pleno mes de agosto; La Adrada, con la espectacular vista de su castillo; Piedralaves, con su puente romano junto a la Bodeguilla. Más alejado de estos, la Lanzahíta y de aquí a Ramacastañas, donde tomo la N-502 que me llevará al punto de inicio del ascenso a los puertos, la localidad de Mombeltrán. 

Mombeltrán lo tiene casi todo; el castillo de los Duques de Alburquerque del siglo XV, las playas blancas (pese a su nombre ni son playas ni son blancas, son unas pozas naturales donde predomina un intenso color negro), la Iglesia de San Juan Bautista, declarada monumento histórico artístico en 1985; pero yo no tenía el tiempo necesario para hacer este tipo de paradas, mi destino era otro.
Castillo de Mombeltrán.
El ascenso al Puerto del Pico (1352m) se realiza por una estupenda carretera, con buen asfalto y curvas de amplia visibilidad en gran parte del trazado, no es de extrañar que sea uno de los puertos preferidos para la gran mayoría de los moteros de la zona. A las espectaculares vistas hacia el Valle del Alberche, hay que sumarle el añadido de una la calzada romana en excepcional estado de conservación que, en ocasiones, corta la N-502.
Subida al Puerto del Pico.
A la izquierda, resto de la calzada romana, a la derecha restos antigua carretera.
Al final del ascenso, el Puerto del Pico, un pequeño alto para beber en su fuente y contemplar las maravillosas vistas sobre la Sierra de Gredos.
Alto del Puerto del Pico.
El descenso por la cara norte es más suave; pronto el Río Alberche ofrece descanso y esparcimiento en sus orillas y varios coches con sus ocupantes, sombrillas y neveras disfrutan del frescor de sus aguas.
Río Alberche.
Giro a la derecha, a la altura del restaurante Venta del Obispo, en la AV-905, una agreste carretera me lleva hasta Hoyocasero y de aquí a Navalosa; abandono la carretera principal y tomo dirección a Serranillos, la carretera parece que quiere desaparecer y una calzada en bastante mal estado me hace descender hasta el Río Alberche, donde desde su puente, puedo contemplar lo fresquito que lo deben de estar pasando los bañistas.


En Serranillos la carretera cambia, afronto la subida al puerto, y pese a que su inicio está muy concurrido por valientes veraneantes que desafían el gran desnivel del inicio, la soledad es la que me acompaña curva tras curva, hasta que corono su cima y paro a contemplar la magnitud del paisaje desde lo alto del Puerto de Serranillos (1575m).
Puerto de Serranillos.
El descenso más de lo mismo, carretera, moto, paisaje y yo, nada más.

Carretera hacia Pedro Bernardo.


Giro a la derecha hacia Pedro Bernardo, la carretera se adentra en un bosque de pinos; no viene mal un poco de sombra, la moto me marca 34º y el “frescor” y el olor del bosque hacen que disfrute de este corto trayecto hasta la localidad.





Después de descansar un poco en este bello pueblecito, desde el que se puede disfrutar de unas privilegiadas vistas sobre el Valle del Tiétar, amén de otras maravillas que no tuve tiempo de visitar, vuelta a la carretera; qué calor!!!, 35º a la sombra.
Pedro Bernardo.
Puerto de Mijares.
Son las tres de la tarde y nada mejor para quitar el adormecimiento de después de comer, que el descenso de Pedro Bernardo hasta la CL-501, la carretera sigue solitaria, su trazado invita a lanzarse, pero no te confíes, habrá que tirar de freno en más de una curva.
Tras andar unos 10 kilómetros, prácticamente en línea recta, me encuentro con el desvío a Gavilanes, lugar donde se encuentra la famosa Garganta del Río Tiétar, unas pozas de gran calidad, limpias y cristalinas; la carretera poco a poco vuelve a empinarse y tras unas suaves curvas llego a Mijares, pueblo sumido en fiestas y del que mi navegador pareció contagiarse; al final la lógica se impuso a la tecnología y conseguí tomar la dirección correcta.

Por delante 12 kilómetros de diversión, una zigzagueante carretera muy poco utilizada para cruzar de uno al otro lado de la sierra me llevará al alto del Puerto de Mijares (1570m).
Me gusta este puerto; no se encuentra en muy malas condiciones, "en peores plazas he toreado", pero la carretera es estrecha, algunas de sus curvas tienen gravilla, otras con excrementos de animales, y esto sin duda desanima a los automóviles; pero sus curvas cerradas, el desnivel que se salva con cada una de ellas y sus espléndidas vistas sobre el Valle del Tiétar, hacen que tenga algo que siempre que lo subo me fascina.
Puerto de Mijares.
Ahora toca el descenso que, menos brusco que la subida, me llevará hasta Villanueva de Ávila y desde aquí hasta el conocido como el Puente del Arco sobre el Río Alberche, una gozada de 5 kilómetros donde la moto no rueda sobre la carretera, se desliza en un sube baile de curvas a derecha e izquierda.
Tomo una casi recta AV-902 y voy cruzando Burgohondo, Navaluenga, hasta llegar al Embalse del Burguillo o lo poco que queda de él en esta época del año. 
Lo bordeo, cruzo sobre el puente de La Gaznata con un calor de justicia 38º; a ambos lados del puente, sobre la margen del río los bañistas intentan ganar la batalla al calor.
Embalse del Burguillo.
Me desvío de la carretera principal, la N-403 y tomo la salida hacia el Valle de Iruelas; cruzo a la derecha una de las compuertas del embalse, pero desisto ir al Valle de Iruelas, hace mucho calor!!!, así que tomo una carretera menos convencional para llegar a El Tiemblo, desde aquí a San Martín de Valdeiglesias para tomar la Carretera de los Pantanos, o lo que es lo mismo, la M-501, Pelayos de la Presa (aquí tenía que haber tomado la ruta alternativa de un solo sentido que sale a la derecha; me aprendí la matrícula del vehículo que llevaba delante y que no puede adelantar), Navas del Rey y Brunete donde cogí la M-600 hasta Navalcarnero y de ahí a casa.
Mapa de la ruta.
413 kilómetros que han conseguido que este no haya sido un lunes cualquiera de verano sin playa; una buena mañana y tarde en la que he podido recorrer largas carreteras, subir el famoso Puerto del Pico y los más solitarios, pero no por ello menos atractivos, puertos de Serranillos y Mijares, cruzar una y otra vez el Río Alberche, disfrutar de las espectaculares vistas sobre la  Sierra de Gredos y el Valle del Tiétar; en definitiva, una buena ruta en moto, para los que estamos lejos de la playa en estos días de agosto.

lunes, 31 de julio de 2017

Mi transpirenaica, 1211 kilómetros y 58 fotografías.

De vuelta de tierras alauitas empezó a rondar por mi cabeza eso que había escuchado en algunas ocasiones, "La Transpirenaica"; así que una vez en casa y tras consultar en san google, poco a poco fui configurando lo que sería mi Transpirenaica, ya que ésta no tiene un recorrido fijo, ni punto de partida y de destino. Consiste en recorrer los Pirineos de este a oeste, o a la inversa, cada cual es libre de elegir el recorrido.
Con una idea ya en la cabeza de por donde empezar y porqué sitios pasar, ya solo quedaba buscar fechas y compañeros de viaje, en esta ocasión, mi fotógrafa y compañera de aventuras se tenía que quedar en tierra.

Domingo 16 de julio. Pinto-Rosas (791Km).
Siempre el día de inicio, y más cuando se trata de una ruta o viaje largo, me lo suelo tomar como de trámite, no hay mucho más que contar, salvo las ganas de disfrutar de un nuevo viaje y de una nueva aventura.
Así que este día no iba a ser muy diferente, salida a las 8,30 horas con unos agradables 25º y así hasta llegar a Alfajarín (Zaragoza), con casi media hora de adelanto a la hora prevista. Unos cuarenta y cinco minutos después apareció Goyo, el navegador le había jugado una mala pasada y le hizo que visitase la ciudad de Zaragoza, aún sin ser esa su intención.
Esperando a Goyo, Alfajarín (Zaragoza).
Después de una parada para tomar algo de alimento sólido y otra nueva parada para repostar, sobre las 17,00 horas estábamos entrando en Rosas.
No nos llevó mucho encontrar el parking del hotel Montana y menos aún el despojarnos de nuestros trajes y ponernos unos más cómodos trajes de baño, la playa nos esperaba.
Un recorrido por las callejuelas de la ciudad, ya caída la noche, nos llevó hasta la Tapería-Roses, sitio que nos habían recomendado en el hotel, uno más entre los muchos sitios que te puedes encontrar por las calles de Rosas.
Terraza L'Ancora (Playa de Rosas).
Para terminar la noche fuimos a la terraza L'Ancora, situada junto al puerto deportivo de Rosas, buen lugar para poner el punto y final a un intenso día de casi 800 kilómetros.


Lunes 17 de julio. Rosas-Ribes de Freser (236Km).

No sé que es más espectacular, si la subida hacia la montaña que nos lleva por la GI-614 a Cadaqués o las vistas hacia la costa, qué difícil resulta mantener la mirada puesta en la carretera, cuando a tu derecha se muestra tan fascinante paisaje.


Al fondo Rosas (Gerona).
La carretera no deja de zigzaguear desde que salimos de Rosas,  vamos ganando altura hasta que a lo lejos de vislumbra Cadaqués con todo su esplendor, mar y montaña se fusionan en perfecta simbiosis.
Pero nuestro destino y a la vez inicio de esta aventura, dista unos cuantos kilómetros más hacia el norte; una carretera mal asfaltada y con continuas curvas, subidas y bajadas nos lleva hasta el Cabo de Creus, punto más oriental de la Península Ibérica y desde el que se pueden disfrutar unas excelentes vistas sobre el mediterráneo.
Faro de Cabo de Creus.
De vuelta por nuestros pasos, no dejamos de hacer un alto en Portlligat, pequeño pueblo enclavado en una cala del Cabo de Creus y que resulta conocido por ser el lugar donde residió algún tiempo Salvador Dalí y en el que se encuentra su casa museo.
Portlligat
Port de la Selva.

La carretera que nos lleva hacia el Port de la Selva (GI-613) se abre camino entre la montaña, casi sin esperarlo, desembocamos en la playa. Nuevamente mar y montaña, en perfecta armonía, dan cobijo a un pequeño pueblo de blancas casas y desconocido nombre, ya que la magnitud de Rosas y el nombre de Dalí, asociado a Cadaqués, le han privado de un reconocimiento propio de tan bello lugar.

Abandonamos el Port de la Selva por la GI-612, siempre paralelos a la costa, disfrutando de las vistas, del frescor del mar y del verde de la montaña.
La entrada a Portbou, último pueblo al noroeste de España, la realizamos por el túnel que lleva su nombre, una lástima no haber tomado el desvío a la izquierda para camiones de la N-260a, que sale a 1 kilómetro de Colera.
De Portbou destaca su estación ferroviaria construida en 1929 y que era clave para las comunicaciones entre España y el resto de Europa.
Nada más tocar suelo francés el paisaje de la montaña cambia, atrás quedó una montaña frondosa, verde y llena de vida, ahora el único verde que se ve es el de las cepas de vid que se extienden hacia el mar.
Hacemos un alto para comer en la localidad de Collioure, pueblo medieval vigilado por su fortaleza desde una colina, con su castillo amurallado que domina el puerto, sus casas de vivos colores del barrio marinero, y las tortuosas callejuelas empedradas; qué mejor lugar para despedirnos del mediterráneo y poner rumbo oeste a nuestra ruta.
Playa y castillo de Collioure.
Continuamos la marcha, la circulación se incrementa y tenemos que esperar a pasar Le Boulou, para empezar a ver de nuevo algo de verde en la carretera, ponemos dirección a los Pirineos.



Gorges de la Fou.
Al poco de pasar la localidad de Arles de Tec, nos desviamos hacia las Gorges de la Fou. Se trata de un cañón de 1739 metros de longitud que el agua ha ido escavando en la roca durante ciento de miles de años, con una profundidad media de 200 metros y una anchura que en ocasiones no supera los 70 metros, por lo que está considerada como una de las gargantas más estrechas del mundo. Por el módico precio de 10€, casco incluido y tras una hora de ruta ida y vuelta, podrás atravesar dos impresionantes rocas que se pierden en el cielo, sobre una pasarela metálica a 5 o 10 metros sobre un caudaloso torrente. La temperatura en su interior se mantiene entre 14 y 16 grados, afuera quedaron los 30 grados que hicieron que nos despojáramos rápidamente del traje de la moto y nos pusiéramos unos más cómodos pantalones cortos.
Prats-de -Mollo-la-Preste.



Salimos de las Gorges de la Fou y una divertida D-115 nos va enlazando curvas hasta Prats-de-Mollo-la-Preste, lugar en el que teníamos pensado visitar el Fort Lagarde, ciudadela del siglo XVII, que desde la altura domina la villa de Prats-de-Mollo-la-Preste y que en el pasado tenía la misión de vigilar el Col d'Ares, lugar natural de paso hacia España. La incipiente lluvia y el recorrido que debíamos efectuar a pie hasta llegar al alto hicieron que desistiéramos de la visita.

Ponemos dirección a España, o lo que es lo mismo hacia el Col d'Ares (1513m),  la carretera toma un aire más pirenaico, recién parcheada, con rectas cortas y curvas cerradas en la subida y con un trazado más rápido en la bajada. La C-38 nos introduce España, desde Molló nos dirigimos a Ripoll, donde tomamos la N-260 hacia Campdevanol y desde allí a Ribas de Freser, punto y final de esta primera etapa transpirenaica.

Martes 18 de julio. Ribes de Freser-Vielha(260Km).

Tomamos nuevamente la N-260, conocida como el Eje Pirenaico o la nacional de los mil miradores; nada más empezar comienza el dilema, disfrutar del trazado de la carretera o dejarse llevar por todo lo que nos rodea.


N-260.


La carretera va subiendo poco a poco, curva tras curva hacia la collada de Toses (1790m), aquí tomamos la GI-400 hasta la estación de la Molina, donde decidimos volver por nuestros pasos y continuar por la N-260, todo un acierto, descendemos por suaves pendientes que permiten que nuestras caballos de hierro tracen interminables curvas hacia Puigcerdá.




Salimos de España y a escasos 5 Km entramos en Llivia, un pequeño trozo de España en territorio francés.
Puerto de PLuymorens.
Retornamos por nuestros paso, pero ya sin entrar en España y continuamos por un terreno llano hasta el municipio francés de Porta, donde la carretera vuelve a empinarse y así seguirá hasta alcanzar el Col de Puymorens (1920m), donde quedan a la vista las pistas de esquí que llegan hasta el mismo puerto.


Impresionantes vistas antes de entrar en Andorra.
Cruzamos la frontera de Andorra, y pronto llegamos a la gran civilización, Pas de la Casa, estación de esquí durante el invierno y gran centro comercial durante el resto del año; dede aquí para continuar la marcha tenemos dos opciones, o bien cogemos el túnel d'Envalira o nos adentramos en su divertida carretera CG-2 que  nos hará coronar cima, el Puerto d'Envarila (2408m). La decisión está clara, tomamos una revirada y exigente carretera, tanto de subida, un recorrido exclusivo para disfrutar de la conducción de la moto y de la naturaleza.
Mirador Roc del Quer (Canillo)

Vamos pasando estación tras estación de esquí, Soldeu, El Tarter, hasta llegar a Canillo, aquí salimos de la ruta programada, giramos a la derecha a la altura del Hotel Sky Plaza y comenzamos a subir hacia el Mirador Roc del Quer, ya en la distancia se podía intuir que iba a ser un sitio espectacular y el haber improvisado no nos iba a defraudar. El mirador es una pasarela de 20 metros de largo, de los que 12 están suspendidos en el aire, por lo que te da una sensación de estar volando por las alturas mientras contemplas toda la extensión del valle y las montañas que lo rodean.
Desde este punto y tras coronar el Col de Ordino (1980m), volvemos a poner rumbo a Andorra la Vieja, donde aprovechamos para comer y visitar una de las tiendas de Motocard.
Continuamos hacia la frontera, pasamos la Farga de Moles, en la Seu de Urgel tomamos la N-260 dirección Sort y en la localidad de Adrall nos desviamos hacia la derecha, la subida hacia Pallerols se hace entre una densa arboleda y las hermosas vistas hacia el Valle del río Segre, el resto del recorrido, hasta la collada del Cantó (1600m) y el descenso, prácticamente hasta Sort, más vertiginoso que la subida, está lleno de todo tipo de curvas con un magnífico asfalto y buena visibilidad.
Al fondo el Valle del río Segre.
En Sort tomamos la C-13, acompañados en todo momento por el río Noguera hasta el pantano de la Torrassa, donde nos despedimos por el momento de la compañía del río y la carretera se empieza a poner más empinada por la C-28.

Poco a poco, sin apenas darnos cuenta, nos vamos acercando al puerto de la Bonaigua (2072m), una impresionante cascada a nuestra izquierda, La Cascada del Gerber, hace que detengamos las motos para contemplarla.
Cascada del Gerber.
La cascada, nos da el pistoletazo de salida para el puerto de la Bonaigua, curvas en forma de "S" a derecha e izquierda y algunas curvas de casi 360 grados animan la subida al puerto. La carretera se encuentra en buen estado, salvo por algunos excrementos recientes de vacas y la presencia de alguna de éstas pastando plácidamente.
Puerto de la Bonaigua.
El descenso es vertiginoso, subiendo no se nota tanto la pendiente, dos trazadas en forma de gran "Z" cerrada, hacen que tengas que dejar casi clavada la moto para tomar las curvas, después llegará un largo descenso casi en linea recta hasta la estación de Baqueira y de aquí hasta Vielha, punto y final de la etapa de hoy.
Ahora solo nos faltaba por disfrutar algún que otro pintxo-pote.

Miércoles 19 de julio. Vielha-Jaca(280Km).

Amanece un día gris y el suelo se encuentra mojado.
Tras dar cuenta de un excelente desayuno a base de productos de la tierra, nos despedimos del hotel Delevall, las motos, en el parking público frente al hotel aguardan nuestra llegada.
Tomamos de la mano del río Garona, la N-230 dirección Francia, hasta la misma entrada de Bossot, allí cogemos la N-141 que nos llevaría hasta el Col de Portillón (1291m), situado en la misma frontera de España con Francia, antes de coronarlo (parte española) hicimos una parada en un mirador en el que se encuentra un monolito con el nombre de todos los ganadores españoles del Tour de Francia, y desde el que se puede contemplar una excelente vista de todo el Valle de Arán.
Mirador Col de Pordillón, al fondo el Valle de Arán.
Tras el descenso, atravesamos la bonita ciudad de Luchón (Reina de los Pirineos), ciudad balneario y estación de esquí. Conforme dejamos Luchón por la D-125 empezamos a ver pintadas en el suelo, la carretera es amplia y la temperatura, pese a estar a unos 20 grados, parece ser más fresca, las nubes negras que nos acompañan desde que salimos de Vielha no nos han abandonado.
A nuestro paso, vamos dejando atrás aldea tras aldea por una suave pendiente, antes de coronar el Puerto de Peyresourde (1569m), en lo alto, al fin vemos el sol.
Descendemos hasta la bonita y coqueta localidad de Arreau, situada en el corazón del Alto Pirineo, antiguo camino secundario del Camino de Santiago (Camino del Piedemonte) y en la actualidad, paso obligado, año tras año, de las etapas reinas del Tour de Francia.
Areau.
A unos 12 kilómetros nos encontramos el Col de Aspin (1489m), la carretera se encuentra muy parcheada, estrecha en su inicio, con gravilla suelta en alguna de sus curvas, se asemeja más a un paso ganadero que a un puerto de viajeros y buena fe de ello es la moqueta de excrementos en la calzada. 
Tiene poderosas vistas sobre la dos vertientes, pero lo que llama la atención a quien aquí se detiene no son las espectaculares cimas que se divisan, sino la gran cantidad de vacas mansas que aquí dormitan.
Col de Aspin.
Col du Tourmalet.


Nuestro siguiente destino es el mito pirenaico, el Col de Tourmalet (2115m), pero antes deberemos llegar a la pequeña población de Sainte-Marie-de-Campan, inicio de la ascensión. El pueblo termina pronto, casas aisladas como salidas de un cuento nos acompañan durante los dos primeros kilómetros de suave subida, después la carretera comienza a empinarse y llegamos a la estación de esquí de La Mongie, donde se encuentra el teleférico al Pic du Midi, antesala del Tourmalet.


Descendiendo el puerto llegaremos al pueblo de Luz-Saint-Sauveur, situado en un cruce de caminos. Al Sur podríamos visitar la magnífica cascada de Gavarnie (la más alta de Europa), y al Norte ascender a la estación de Luz-Ardiden (otro final clásico del Tour), encaminarnos hasta el siguiente puerto: el Aubisque (que era lo programado) o la tercera opción, dirigirnos a Lourdes. 
Como sólo nos teníamos que desviar 15 kilómetros de la ruta programada, pues a Lourdes que nos fuimos. Conocida mundialmente por sus apariciones marianas, es un punto de encuentro mundial de católicos que vienen aquí en peregrinación. Sus calles no son muy distintas de cualquier pequeño pueblo playero acostumbrado a vivir del turista, atestadas de tiendas por completo, solo que las tiendas no venden flotadores, sandalias o toallas, sino rosarios, cruces y estampitas.
Santuario de Lourdes.
El Santuario es un lugar enorme, incluye las basílicas de la Inmaculada Concepción, la de Nuestra Señora del Rosario y la de San Pío X, así como la Gruta de las apariciones, donde la Virgen se presentó ante Bernadette Soubirous, según la creencia católica. 


Col de Solour.
Retornamos a la ruta programada y nos dirigimos hacia el Col d'Aubisque, pero antes debemos de afrontar la subida al Col de Soulor (1474m), donde se encuentra la estación de esquí de fondo de Val d'Azun y unos carteles que indican las horas de la noche en las que el Col d'Aubisque se encuentra cerrado al tráfico rodado, ¿Porqué será?...
Subida hacia el Col d'Aubisque.













Pasado el Col de Soulor la carretera se estrecha mucho y su trazado esculpido sobre la montaña no es ninguna tontería, con continuos toboganes y unas impresionantes vistas hacia la derecha donde no hay temidos guardarrailes para motoristas y sinceramente, no se si da más miedo el que no los haya, un momento de distracción puede que te lleve al desfiladero unos cientos de metros más abajo. 
Estamos en el el Col d'Aubisque (1709m), en su cima nos recibe el monumento a la bicicleta, de uno de los puertos imprescindibles para todo amante de las dos ruedas en general y de la montaña en particular.
Col d'Aubisque.
Tomamos la D-934 con dirección a España y unos kilómetros antes de llegar al puerto del Portalet (1794m), nos desviamos para ir al Petit Train d'Artouste situado a unos 2.000 metros de altitud, sobre el lago de Fabrèges y frente al pico del Midi d’Ossau, es un peculiar y prácticamente desconocido ferrocarril francés. La pequeña línea ferroviaria, casi un tren de juguete, tiene uno de los itinerarios turísticos más elevado de Europa y ofrece en sus diez kilómetros de recorrido impresionantes panorámicas de la cordillera pirenaica francesa, que nosotros no pudimos disfrutar, ya que llegamos a las 17,30 horas y el último tren partía a las 16,30 horas.
Tras esta pequeña decepción que nos ahorró 30€ por cabeza, pusimos rumbo, ahora sí, hacia España y el último puerto que faltaba para completar la ruta de hoy, el Portalet (1794m).
El Portalet.
Ya en España la A-136 nos va transportando por la estación de Formigal, el Embalse de Lanuza, Embalse de Búdal, Biesca, hasta que tomamos el desvío de la N-230 hasta Jaca, punto y final de la etapa de hoy.
Las calles de Jaca, con sus bares llenos de gente, son testigos de la primera tormenta de agua que vemos, esperemos que sea la última, aunque las previsiones no juegan a nuestro favor.


Jueves 20 de julio. Jaca-Espinal Auzperri (233Km).
La noche estuvo pasada por agua, aunque el día amanece de momento tranquilo.
Tomamos la N-330 dirección Francia, se nota que estamos en el pirineo central, el paisaje y el entorno es majestuoso y la Estación de Canfranc es algo que contribuye a ello, con su esplendoroso edificio bañado de diversas influencias arquitectónicas y concebido como gran escaparate de España para los visitantes extranjeros de la época.
Estación de Canfranc.
Desde la estación, tomando la N.330a, podemos disfrutar de un trazado alegre por una amplia y magnífica carretera que nos trasportará hasta el mismísimo puerto de Somport (1640m), punto fronterizo entre España y Francia.
Uno cruzó el puente, otro solo se puso para la foto...
Coronado el puerto, la temperatura nos sitúa en unos más que fresquitos 12 grados, las nubes nos envuelven y el descenso, por una carretera quebrada, estrecha y muy mojada, hacen que este tramo nos lo tomemos con mucha más calma que la subida, hasta que finalmente cogemos la N-134.
Parte superior, Lées-Athas. Inferior, carretera para salir de allí.
Después de unos cuantos kilómetros y pequeños pueblos dejados atrás, tomamos el desvío hacia Lées-Athas. Ya en el pequeño pueblo, nos resulta francamente difícil salir de él, las indicaciones del navegador nos confunden, hasta que a lo dejos, desde una venta, una mujer nos hace señas para que tomemos el camino correcto, y digo el camino, porque era una pequeña senda, de no más de metro y medio de ancho sobre la ladera de una verde montaña.

Conseguimos salir a la D-441, una carretera un poco más ancha, pero de un firme roto que nos adentra en el bosque de Issaux, un bello y misterioso bosque escondido entre las montañas; no sabemos muy bien por donde vamos, el navegador va y viene y conforme vamos tomando altura, volvemos a vernos inmersos dentro de las nubes, el chirimiri primero y una incipiente lluvia después, hacen que la visibilidad sea escasa y no podamos disfrutar del frondoso bosque que atravesamos.
Al enlazar con la D-132 tenemos que ponernos ya el traje de agua, la lluvia no cesa y la marcha cada vez tiene que ser más lenta, no logro ver más allá de 10 metros. 
Llevamos dirección a España, Navarra nos recibe con una intensa lluvia, mucho excremento de animal por la carretera y algún que otro mamífero (vacas, cabras, caballos).
Recibimiento en tierras navarras.
Descendemos hacia el valle, las nubes se van quedando atrás y el sol hace acto de presencia; la carretera se pone más divertida y la RT no se lo quiere perder, así que se deja llevar hasta Isaba por el suave trazado de la carretera.
En nada de tiempo nos mojamos por fuera y por dentro.
Tras hidratarnos un poco en Isaba, tomamos nuevamente dirección a Francia, esta vez por Uztárroz, y su pintoresca carretera; en ocasiones la luz del radiante sol que nos acompaña, se pierde en lo alto de las copas de los árboles que custodian nuestra marcha.
Tomamos la NA-2011 y con ella comienza la diversión de verdad; pese a no estar señalizada es bastante amplia y con buen asfalto. Conforme vamos ganando en altura,  la temperatura empieza a descender poco a poco, al fondo el Puerto de Larrau (1578m) cubierto de nubes, esto no hace presagiar nada bueno. 

Compañeras de carretera.

No nos queda más remedio que ponernos los trajes de agua al coronar el puerto, la temperatura debe haber descendido más de 15 grados, no se ve nada y entre las nubes bajas y el agua que cae, a duras penas somos capaces de ver las vacas que a modo de estatuas de cera, ocupan buena parte de la carretera.
El descenso hacia Larrauz se hace complicado, no cesa de llover y la niebla no desaparece, no me queda más remedio que fiarme de la pantalla del navegador.

Camino hacia la pasarela.
Comemos en el Albergue Logibar,  a 200 metros de la entrada a la  Pasarela de Holtzarte; la comida nos llevas más tiempo de la cuenta, no cesa de llover y  no queremos irnos del lugar sin recorrer los 2700 metros hasta llegar a la Pasarela.
Por fin a las cuatro de la tarde comenzamos el camino, una senda que en menos de una hora y tras una subida bastante exigente, nos sube ladera arriba hasta el inicio de la garganta de Holtzarte.

La pasarela de Hotlzarte se construyó a principios del siglo XX para facilitar el aprovechamiento de los trabajos forestales. Tiene unos 70 metros de longitud y está suspendida a 200 metros por encima del cañón, con unas vistas alucinantes a ambos lados del puente. Es una verdadera experiencia cruzarlo de lado a lado, sobre todo si cruzas con más gente, porque el puente llega a moverse bastante. ¡Pero tranquilos!, porque la pasarela es muy segura, ya que está sujeta con potentes cables de acero que parten de los dos extremos de la garganta.
Pasarela de Holtzarte.
Regresamos hacia Larrau y tomamos la D-19, comenzamos a ascender con nubes bajas, el chirimiri nos hace buena la decisión de haber comenzado con el traje de lluvia, la subida se hace difícil, el chirimiri se convierte en intensa lluvia, pero por fin conseguimos coronal el Puerto de Bagargi (1327m). Conforme descendemos vuelve a salir el sol, parece que llega la calma.
Antes de desviarnos en la D-301 hacia Esterencuby, nos paramos a observar lo plácidamente que se encuentran pastando varios caballos. 
Alto en el camino.
La carretera aunque muy húmeda y sin pintar, parece que se encuentra en buen estado; pero poco dura la tranquilidad, las nubes y la lluvia vuelven a hacer acto de presencia; reducimos mucho la velocidad, hay momentos en los que no distingo saber si estoy subiendo o bajando, bastante es con intentar llevar la moto entre la estrecha carretera y sólo me queda el consuelo de que aún no ha aparecido ningún animal entre la niebla; de vez en cuando, cuando miro por mi retrovisor, puedo ver las luces de la GS de Goyo.
La moto se hace cada vez más pesada y difícil de manejar, no se ve nada y la niebla junto con la lluvia hacen que me sienta desorientado. Estoy en una curva cerrada, en pendiente, no sé hacia donde tengo que seguir, si hacia la derecha o hacia el vacío, no me ha quedado más remedio que parar la moto en mitad de la carretera.
El descenso es igual, con mucho agua y muy lento, hasta que llegamos al valle y ponemos rumbo a San Juan Pie de Puerto, aquí tomamos la D-933 y ponemos nuevamente rumbo a España, cruzamos la frontera y cogemos la N-135, esta carretera parece que está pensada para un parque de atracciones, lástima que la lluvia y lo mojado de la calzada nos impidan disfrutar de los 25 kilómetros que nos faltan para nuestro destino de hoy, Espinal-Auzperri.

Viernes 21 de julio. Espinal Auzperri-San Sebastián (202Km).
Nos encontramos a escasos kilómetros de Roncesvalles y como es lógico, nuestro inicio de ruta coincide con la de muchos peregrinos.
Cómo me gusta esta N-135, qué trazado más divertido para disfrutar de la moto cuando la carretera ya no se encuentra tan mojada, un va y ven de curvas nos hace suavemente descender hacia la NA-138; pasamos el embalse de Eugui y nos adentramos en un bosque donde la niebla y el chirimiri le dan un aspecto un tanto fantasmagórico, a la izquierda la ladera de la montaña, a la derecha solo se ve el blando de la niebla.
Entramos en Francia casi sin darnos cuenta, descendemos hacia Aludes y de aquí hacia
Saint Etienne Baigorry donde tomamos la carretera D-949 que nuevamente nos llevará viraje tras viraje al Alto de Izpegui (672m), punto que sirve de frontera con el vecino país.

El descenso está plagado de curvas, a derecha, a izquierda, reviradas, de 180 grados, todo un compendio de curvas en unos pocos kilómetros. Ya en un terreno más llano continuamos hasta Ordoqui, donde giramos a la derecha y ponemos rumbo a Francia, pero justo antes de atravesar la frontera tomamos la NA-4401, Zugarramundi y todo su misterio nos esperan.

Llegamos a las Cuevas de Zugarramundi o Cuevas de las Brujas, la leyenda de la Cueva nos lleva hasta el 1610, año en el que una vecina del pueblo soñó como algunos de los lugareños acudían hasta la gruta para realizar un aquelarre pagano. Esta habladuría llegó hasta el oído del tribunal de la Inquisición, que no dudó en arrestar a 53 de los vecinos acusados y tras torturarlos, dio muerte a 12 de ellos en la hoguera. La entrada son tan solo 4€, así que por ese dinero, se puede hacer un alto en el camino y estirar un poco las piernas, si buscas impresiones más fuertes, este no es tu sitio, salvo que seas un ferviente seguidor del esoterismo.
Cuevas de Zurragamundi.


Tren de la Rhune.
Reanudamos la ruta con dirección a Francia y a tan solo 6 kilómetros de haber atravesado la frontera nos encontramos con el Tren de la Rhune, en la localidad de Sara, a tan solo 10 kilómetros de San Juan de Luz. Nueva decepción, está claro que los trenes no iban a ser para este viaje, esta vez no estaba cerrado, pero las condiciones climatológicas de los lugares por donde discurría no eran nada favorables, así que después de comer volvimos a la ruta.
Tomamos nuevamente dirección a España por una tranquila D-4 que nos lleva hasta Herboure y de allí la D-404, una carretera estrecha y con mal firme que nos lleva hasta el Col de Ibardin (347m), punto fronterizo entre los dos países y lugar donde se puede encontrar una amplia oferta comercial, que va desde restaurantes a comercios de todo tipo; el descenso no tiene desperdicio, la carretera está en mejor estado, pero muy ratonera y con mucha circulación.
Faro de Higuer.
Tras el descenso tomamos la carretera N-121A, que nos conduce en paralelo por la línea imaginaria fronteriza con Francia; llegamos a Behobia y paralelos al río Bidasoa vamos buscando el Faro de Higuer, punto y final de esta transpirenaica.
En Hondarribia el navegador se empeña en ofrecernos una ruta turística por la localidad, hasta que al final conseguimos salir a su playa, desde aquí el destino ya se encuentra cerca, solo hay que subir una pequeña rampa y ahí está, el Faro de Higuer.
Con aparcamiento en la misma puerta del recinto, se puede disfrutar fácilmente de las vistas del recinto y de su entorno.

Retomamos la marcha por la calle Higer Bidea y somos obsequiados con unas espectaculares vistas sobre la playa de Fuenterravia; entramos en la GI-3440,  con ella atravesamos el puerto de Jaizkibel (455m) y sus curvas de herradura, descensos prolongados y privilegiadas vistas sobre la costa.
Pasamos junto a la ermita de la Virgen de Guadalupe, patrona de Hondarribia, pero no nos detenemos, nuestro siguiente destino es el Parador de Jaizkibel.
Lo que hoy encontramos en este espectacular mirador hacia toda la costa de Hondarribia, son unos fotogénicos arcos de piedra de lo que fue el antiguo Parador de Jaizkibel; muy cerca se puede acceder a una de las torres de señales que coronaban toda la cresta del monte Jaizkibel desde Hondarribia hasta Pasajes.
Parte superior parador en la actualidad, parte inferior parador años 60.
Seguimos buscando nuestro final de etapa y nos encontramos con Lezo, atrás quedó el intenso color verde, el fresco de la montaña, las típicas construcciones de pueblo, el azul marinero, la brisa del mar, ahora entramos en una ciudad industrial y lo primero que nos recibe son sus astilleros.
Desde aquí ya solo nos queda ir abriéndonos paso entre la gran jungla de vehículos, el paisaje ha perdido belleza y ahora lo importante son las indicaciones del navegador y estar muy atentos a la circulación, San Sebastián ya está ahí y con él, el final de esta aventura, 1211 kilómetros de transpirenaica desde la mediterránea Rosas (Gerona), hasta la cantábrica San Sebastián, pasando por Andorra, unas cuantas veces por Francia, subiendo y bajando multitud de puertos, trazando cientos de curvas, disfrutando de singulares sitios, deleitándonos  con espectaculares vistas, degustando las más variadas gastronomías, disfrutando del comportamiento de nuestras motos, risas y más risas.
Qué mejor sitio para finalizar esta aventura que en la playa de la Concha.
Ya solo me queda agradecer a la persona que ha sufrido mis continuas paradas para el "momento foto", al que ha guardado mis espaldas en todo momento y al que ha hecho que estos días hayan sido simplemente perfectos. Muchas gracias Goyo.