lunes, 31 de julio de 2017

Mi transpirenaica, 1211 kilómetros y 58 fotografías.

De vuelta de tierras alauitas empezó a rondar por mi cabeza eso que había escuchado en algunas ocasiones, "La Transpirenaica"; así que una vez en casa y tras consultar en san google, poco a poco fui configurando lo que sería mi Transpirenaica, ya que ésta no tiene un recorrido fijo, ni punto de partida y de destino. Consiste en recorrer los Pirineos de este a oeste, o a la inversa, cada cual es libre de elegir el recorrido.
Con una idea ya en la cabeza de por donde empezar y porqué sitios pasar, ya solo quedaba buscar fechas y compañeros de viaje, en esta ocasión, mi fotógrafa y compañera de aventuras se tenía que quedar en tierra.

Domingo 16 de julio. Pinto-Rosas (791Km).
Siempre el día de inicio, y más cuando se trata de una ruta o viaje largo, me lo suelo tomar como de trámite, no hay mucho más que contar, salvo las ganas de disfrutar de un nuevo viaje y de una nueva aventura.
Así que este día no iba a ser muy diferente, salida a las 8,30 horas con unos agradables 25º y así hasta llegar a Alfajarín (Zaragoza), con casi media hora de adelanto a la hora prevista. Unos cuarenta y cinco minutos después apareció Goyo, el navegador le había jugado una mala pasada y le hizo que visitase la ciudad de Zaragoza, aún sin ser esa su intención.
Esperando a Goyo, Alfajarín (Zaragoza).
Después de una parada para tomar algo de alimento sólido y otra nueva parada para repostar, sobre las 17,00 horas estábamos entrando en Rosas.
No nos llevó mucho encontrar el parking del hotel Montana y menos aún el despojarnos de nuestros trajes y ponernos unos más cómodos trajes de baño, la playa nos esperaba.
Un recorrido por las callejuelas de la ciudad, ya caída la noche, nos llevó hasta la Tapería-Roses, sitio que nos habían recomendado en el hotel, uno más entre los muchos sitios que te puedes encontrar por las calles de Rosas.
Terraza L'Ancora (Playa de Rosas).
Para terminar la noche fuimos a la terraza L'Ancora, situada junto al puerto deportivo de Rosas, buen lugar para poner el punto y final a un intenso día de casi 800 kilómetros.


Lunes 17 de julio. Rosas-Ribes de Freser (236Km).

No sé que es más espectacular, si la subida hacia la montaña que nos lleva por la GI-614 a Cadaqués o las vistas hacia la costa, qué difícil resulta mantener la mirada puesta en la carretera, cuando a tu derecha se muestra tan fascinante paisaje.


Al fondo Rosas (Gerona).
La carretera no deja de zigzaguear desde que salimos de Rosas,  vamos ganando altura hasta que a lo lejos de vislumbra Cadaqués con todo su esplendor, mar y montaña se fusionan en perfecta simbiosis.
Pero nuestro destino y a la vez inicio de esta aventura, dista unos cuantos kilómetros más hacia el norte; una carretera mal asfaltada y con continuas curvas, subidas y bajadas nos lleva hasta el Cabo de Creus, punto más oriental de la Península Ibérica y desde el que se pueden disfrutar unas excelentes vistas sobre el mediterráneo.
Faro de Cabo de Creus.
De vuelta por nuestros pasos, no dejamos de hacer un alto en Portlligat, pequeño pueblo enclavado en una cala del Cabo de Creus y que resulta conocido por ser el lugar donde residió algún tiempo Salvador Dalí y en el que se encuentra su casa museo.
Portlligat
Port de la Selva.

La carretera que nos lleva hacia el Port de la Selva (GI-613) se abre camino entre la montaña, casi sin esperarlo, desembocamos en la playa. Nuevamente mar y montaña, en perfecta armonía, dan cobijo a un pequeño pueblo de blancas casas y desconocido nombre, ya que la magnitud de Rosas y el nombre de Dalí, asociado a Cadaqués, le han privado de un reconocimiento propio de tan bello lugar.

Abandonamos el Port de la Selva por la GI-612, siempre paralelos a la costa, disfrutando de las vistas, del frescor del mar y del verde de la montaña.
La entrada a Portbou, último pueblo al noroeste de España, la realizamos por el túnel que lleva su nombre, una lástima no haber tomado el desvío a la izquierda para camiones de la N-260a, que sale a 1 kilómetro de Colera.
De Portbou destaca su estación ferroviaria construida en 1929 y que era clave para las comunicaciones entre España y el resto de Europa.
Nada más tocar suelo francés el paisaje de la montaña cambia, atrás quedó una montaña frondosa, verde y llena de vida, ahora el único verde que se ve es el de las cepas de vid que se extienden hacia el mar.
Hacemos un alto para comer en la localidad de Collioure, pueblo medieval vigilado por su fortaleza desde una colina, con su castillo amurallado que domina el puerto, sus casas de vivos colores del barrio marinero, y las tortuosas callejuelas empedradas; qué mejor lugar para despedirnos del mediterráneo y poner rumbo oeste a nuestra ruta.
Playa y castillo de Collioure.
Continuamos la marcha, la circulación se incrementa y tenemos que esperar a pasar Le Boulou, para empezar a ver de nuevo algo de verde en la carretera, ponemos dirección a los Pirineos.



Gorges de la Fou.
Al poco de pasar la localidad de Arles de Tec, nos desviamos hacia las Gorges de la Fou. Se trata de un cañón de 1739 metros de longitud que el agua ha ido escavando en la roca durante ciento de miles de años, con una profundidad media de 200 metros y una anchura que en ocasiones no supera los 70 metros, por lo que está considerada como una de las gargantas más estrechas del mundo. Por el módico precio de 10€, casco incluido y tras una hora de ruta ida y vuelta, podrás atravesar dos impresionantes rocas que se pierden en el cielo, sobre una pasarela metálica a 5 o 10 metros sobre un caudaloso torrente. La temperatura en su interior se mantiene entre 14 y 16 grados, afuera quedaron los 30 grados que hicieron que nos despojáramos rápidamente del traje de la moto y nos pusiéramos unos más cómodos pantalones cortos.
Prats-de -Mollo-la-Preste.



Salimos de las Gorges de la Fou y una divertida D-115 nos va enlazando curvas hasta Prats-de-Mollo-la-Preste, lugar en el que teníamos pensado visitar el Fort Lagarde, ciudadela del siglo XVII, que desde la altura domina la villa de Prats-de-Mollo-la-Preste y que en el pasado tenía la misión de vigilar el Col d'Ares, lugar natural de paso hacia España. La incipiente lluvia y el recorrido que debíamos efectuar a pie hasta llegar al alto hicieron que desistiéramos de la visita.

Ponemos dirección a España, o lo que es lo mismo hacia el Col d'Ares (1513m),  la carretera toma un aire más pirenaico, recién parcheada, con rectas cortas y curvas cerradas en la subida y con un trazado más rápido en la bajada. La C-38 nos introduce España, desde Molló nos dirigimos a Ripoll, donde tomamos la N-260 hacia Campdevanol y desde allí a Ribas de Freser, punto y final de esta primera etapa transpirenaica.

Martes 18 de julio. Ribes de Freser-Vielha(260Km).

Tomamos nuevamente la N-260, conocida como el Eje Pirenaico o la nacional de los mil miradores; nada más empezar comienza el dilema, disfrutar del trazado de la carretera o dejarse llevar por todo lo que nos rodea.


N-260.


La carretera va subiendo poco a poco, curva tras curva hacia la collada de Toses (1790m), aquí tomamos la GI-400 hasta la estación de la Molina, donde decidimos volver por nuestros pasos y continuar por la N-260, todo un acierto, descendemos por suaves pendientes que permiten que nuestras caballos de hierro tracen interminables curvas hacia Puigcerdá.




Salimos de España y a escasos 5 Km entramos en Llivia, un pequeño trozo de España en territorio francés.
Puerto de PLuymorens.
Retornamos por nuestros paso, pero ya sin entrar en España y continuamos por un terreno llano hasta el municipio francés de Porta, donde la carretera vuelve a empinarse y así seguirá hasta alcanzar el Col de Puymorens (1920m), donde quedan a la vista las pistas de esquí que llegan hasta el mismo puerto.


Impresionantes vistas antes de entrar en Andorra.
Cruzamos la frontera de Andorra, y pronto llegamos a la gran civilización, Pas de la Casa, estación de esquí durante el invierno y gran centro comercial durante el resto del año; dede aquí para continuar la marcha tenemos dos opciones, o bien cogemos el túnel d'Envalira o nos adentramos en su divertida carretera CG-2 que  nos hará coronar cima, el Puerto d'Envarila (2408m). La decisión está clara, tomamos una revirada y exigente carretera, tanto de subida, un recorrido exclusivo para disfrutar de la conducción de la moto y de la naturaleza.
Mirador Roc del Quer (Canillo)

Vamos pasando estación tras estación de esquí, Soldeu, El Tarter, hasta llegar a Canillo, aquí salimos de la ruta programada, giramos a la derecha a la altura del Hotel Sky Plaza y comenzamos a subir hacia el Mirador Roc del Quer, ya en la distancia se podía intuir que iba a ser un sitio espectacular y el haber improvisado no nos iba a defraudar. El mirador es una pasarela de 20 metros de largo, de los que 12 están suspendidos en el aire, por lo que te da una sensación de estar volando por las alturas mientras contemplas toda la extensión del valle y las montañas que lo rodean.
Desde este punto y tras coronar el Col de Ordino (1980m), volvemos a poner rumbo a Andorra la Vieja, donde aprovechamos para comer y visitar una de las tiendas de Motocard.
Continuamos hacia la frontera, pasamos la Farga de Moles, en la Seu de Urgel tomamos la N-260 dirección Sort y en la localidad de Adrall nos desviamos hacia la derecha, la subida hacia Pallerols se hace entre una densa arboleda y las hermosas vistas hacia el Valle del río Segre, el resto del recorrido, hasta la collada del Cantó (1600m) y el descenso, prácticamente hasta Sort, más vertiginoso que la subida, está lleno de todo tipo de curvas con un magnífico asfalto y buena visibilidad.
Al fondo el Valle del río Segre.
En Sort tomamos la C-13, acompañados en todo momento por el río Noguera hasta el pantano de la Torrassa, donde nos despedimos por el momento de la compañía del río y la carretera se empieza a poner más empinada por la C-28.

Poco a poco, sin apenas darnos cuenta, nos vamos acercando al puerto de la Bonaigua (2072m), una impresionante cascada a nuestra izquierda, La Cascada del Gerber, hace que detengamos las motos para contemplarla.
Cascada del Gerber.
La cascada, nos da el pistoletazo de salida para el puerto de la Bonaigua, curvas en forma de "S" a derecha e izquierda y algunas curvas de casi 360 grados animan la subida al puerto. La carretera se encuentra en buen estado, salvo por algunos excrementos recientes de vacas y la presencia de alguna de éstas pastando plácidamente.
Puerto de la Bonaigua.
El descenso es vertiginoso, subiendo no se nota tanto la pendiente, dos trazadas en forma de gran "Z" cerrada, hacen que tengas que dejar casi clavada la moto para tomar las curvas, después llegará un largo descenso casi en linea recta hasta la estación de Baqueira y de aquí hasta Vielha, punto y final de la etapa de hoy.
Ahora solo nos faltaba por disfrutar algún que otro pintxo-pote.

Miércoles 19 de julio. Vielha-Jaca(280Km).

Amanece un día gris y el suelo se encuentra mojado.
Tras dar cuenta de un excelente desayuno a base de productos de la tierra, nos despedimos del hotel Delevall, las motos, en el parking público frente al hotel aguardan nuestra llegada.
Tomamos de la mano del río Garona, la N-230 dirección Francia, hasta la misma entrada de Bossot, allí cogemos la N-141 que nos llevaría hasta el Col de Portillón (1291m), situado en la misma frontera de España con Francia, antes de coronarlo (parte española) hicimos una parada en un mirador en el que se encuentra un monolito con el nombre de todos los ganadores españoles del Tour de Francia, y desde el que se puede contemplar una excelente vista de todo el Valle de Arán.
Mirador Col de Pordillón, al fondo el Valle de Arán.
Tras el descenso, atravesamos la bonita ciudad de Luchón (Reina de los Pirineos), ciudad balneario y estación de esquí. Conforme dejamos Luchón por la D-125 empezamos a ver pintadas en el suelo, la carretera es amplia y la temperatura, pese a estar a unos 20 grados, parece ser más fresca, las nubes negras que nos acompañan desde que salimos de Vielha no nos han abandonado.
A nuestro paso, vamos dejando atrás aldea tras aldea por una suave pendiente, antes de coronar el Puerto de Peyresourde (1569m), en lo alto, al fin vemos el sol.
Descendemos hasta la bonita y coqueta localidad de Arreau, situada en el corazón del Alto Pirineo, antiguo camino secundario del Camino de Santiago (Camino del Piedemonte) y en la actualidad, paso obligado, año tras año, de las etapas reinas del Tour de Francia.
Areau.
A unos 12 kilómetros nos encontramos el Col de Aspin (1489m), la carretera se encuentra muy parcheada, estrecha en su inicio, con gravilla suelta en alguna de sus curvas, se asemeja más a un paso ganadero que a un puerto de viajeros y buena fe de ello es la moqueta de excrementos en la calzada. 
Tiene poderosas vistas sobre la dos vertientes, pero lo que llama la atención a quien aquí se detiene no son las espectaculares cimas que se divisan, sino la gran cantidad de vacas mansas que aquí dormitan.
Col de Aspin.
Col du Tourmalet.


Nuestro siguiente destino es el mito pirenaico, el Col de Tourmalet (2115m), pero antes deberemos llegar a la pequeña población de Sainte-Marie-de-Campan, inicio de la ascensión. El pueblo termina pronto, casas aisladas como salidas de un cuento nos acompañan durante los dos primeros kilómetros de suave subida, después la carretera comienza a empinarse y llegamos a la estación de esquí de La Mongie, donde se encuentra el teleférico al Pic du Midi, antesala del Tourmalet.


Descendiendo el puerto llegaremos al pueblo de Luz-Saint-Sauveur, situado en un cruce de caminos. Al Sur podríamos visitar la magnífica cascada de Gavarnie (la más alta de Europa), y al Norte ascender a la estación de Luz-Ardiden (otro final clásico del Tour), encaminarnos hasta el siguiente puerto: el Aubisque (que era lo programado) o la tercera opción, dirigirnos a Lourdes. 
Como sólo nos teníamos que desviar 15 kilómetros de la ruta programada, pues a Lourdes que nos fuimos. Conocida mundialmente por sus apariciones marianas, es un punto de encuentro mundial de católicos que vienen aquí en peregrinación. Sus calles no son muy distintas de cualquier pequeño pueblo playero acostumbrado a vivir del turista, atestadas de tiendas por completo, solo que las tiendas no venden flotadores, sandalias o toallas, sino rosarios, cruces y estampitas.
Santuario de Lourdes.
El Santuario es un lugar enorme, incluye las basílicas de la Inmaculada Concepción, la de Nuestra Señora del Rosario y la de San Pío X, así como la Gruta de las apariciones, donde la Virgen se presentó ante Bernadette Soubirous, según la creencia católica. 


Col de Solour.
Retornamos a la ruta programada y nos dirigimos hacia el Col d'Aubisque, pero antes debemos de afrontar la subida al Col de Soulor (1474m), donde se encuentra la estación de esquí de fondo de Val d'Azun y unos carteles que indican las horas de la noche en las que el Col d'Aubisque se encuentra cerrado al tráfico rodado, ¿Porqué será?...
Subida hacia el Col d'Aubisque.













Pasado el Col de Soulor la carretera se estrecha mucho y su trazado esculpido sobre la montaña no es ninguna tontería, con continuos toboganes y unas impresionantes vistas hacia la derecha donde no hay temidos guardarrailes para motoristas y sinceramente, no se si da más miedo el que no los haya, un momento de distracción puede que te lleve al desfiladero unos cientos de metros más abajo. 
Estamos en el el Col d'Aubisque (1709m), en su cima nos recibe el monumento a la bicicleta, de uno de los puertos imprescindibles para todo amante de las dos ruedas en general y de la montaña en particular.
Col d'Aubisque.
Tomamos la D-934 con dirección a España y unos kilómetros antes de llegar al puerto del Portalet (1794m), nos desviamos para ir al Petit Train d'Artouste situado a unos 2.000 metros de altitud, sobre el lago de Fabrèges y frente al pico del Midi d’Ossau, es un peculiar y prácticamente desconocido ferrocarril francés. La pequeña línea ferroviaria, casi un tren de juguete, tiene uno de los itinerarios turísticos más elevado de Europa y ofrece en sus diez kilómetros de recorrido impresionantes panorámicas de la cordillera pirenaica francesa, que nosotros no pudimos disfrutar, ya que llegamos a las 17,30 horas y el último tren partía a las 16,30 horas.
Tras esta pequeña decepción que nos ahorró 30€ por cabeza, pusimos rumbo, ahora sí, hacia España y el último puerto que faltaba para completar la ruta de hoy, el Portalet (1794m).
El Portalet.
Ya en España la A-136 nos va transportando por la estación de Formigal, el Embalse de Lanuza, Embalse de Búdal, Biesca, hasta que tomamos el desvío de la N-230 hasta Jaca, punto y final de la etapa de hoy.
Las calles de Jaca, con sus bares llenos de gente, son testigos de la primera tormenta de agua que vemos, esperemos que sea la última, aunque las previsiones no juegan a nuestro favor.


Jueves 20 de julio. Jaca-Espinal Auzperri (233Km).
La noche estuvo pasada por agua, aunque el día amanece de momento tranquilo.
Tomamos la N-330 dirección Francia, se nota que estamos en el pirineo central, el paisaje y el entorno es majestuoso y la Estación de Canfranc es algo que contribuye a ello, con su esplendoroso edificio bañado de diversas influencias arquitectónicas y concebido como gran escaparate de España para los visitantes extranjeros de la época.
Estación de Canfranc.
Desde la estación, tomando la N.330a, podemos disfrutar de un trazado alegre por una amplia y magnífica carretera que nos trasportará hasta el mismísimo puerto de Somport (1640m), punto fronterizo entre España y Francia.
Uno cruzó el puente, otro solo se puso para la foto...
Coronado el puerto, la temperatura nos sitúa en unos más que fresquitos 12 grados, las nubes nos envuelven y el descenso, por una carretera quebrada, estrecha y muy mojada, hacen que este tramo nos lo tomemos con mucha más calma que la subida, hasta que finalmente cogemos la N-134.
Parte superior, Lées-Athas. Inferior, carretera para salir de allí.
Después de unos cuantos kilómetros y pequeños pueblos dejados atrás, tomamos el desvío hacia Lées-Athas. Ya en el pequeño pueblo, nos resulta francamente difícil salir de él, las indicaciones del navegador nos confunden, hasta que a lo dejos, desde una venta, una mujer nos hace señas para que tomemos el camino correcto, y digo el camino, porque era una pequeña senda, de no más de metro y medio de ancho sobre la ladera de una verde montaña.

Conseguimos salir a la D-441, una carretera un poco más ancha, pero de un firme roto que nos adentra en el bosque de Issaux, un bello y misterioso bosque escondido entre las montañas; no sabemos muy bien por donde vamos, el navegador va y viene y conforme vamos tomando altura, volvemos a vernos inmersos dentro de las nubes, el chirimiri primero y una incipiente lluvia después, hacen que la visibilidad sea escasa y no podamos disfrutar del frondoso bosque que atravesamos.
Al enlazar con la D-132 tenemos que ponernos ya el traje de agua, la lluvia no cesa y la marcha cada vez tiene que ser más lenta, no logro ver más allá de 10 metros. 
Llevamos dirección a España, Navarra nos recibe con una intensa lluvia, mucho excremento de animal por la carretera y algún que otro mamífero (vacas, cabras, caballos).
Recibimiento en tierras navarras.
Descendemos hacia el valle, las nubes se van quedando atrás y el sol hace acto de presencia; la carretera se pone más divertida y la RT no se lo quiere perder, así que se deja llevar hasta Isaba por el suave trazado de la carretera.
En nada de tiempo nos mojamos por fuera y por dentro.
Tras hidratarnos un poco en Isaba, tomamos nuevamente dirección a Francia, esta vez por Uztárroz, y su pintoresca carretera; en ocasiones la luz del radiante sol que nos acompaña, se pierde en lo alto de las copas de los árboles que custodian nuestra marcha.
Tomamos la NA-2011 y con ella comienza la diversión de verdad; pese a no estar señalizada es bastante amplia y con buen asfalto. Conforme vamos ganando en altura,  la temperatura empieza a descender poco a poco, al fondo el Puerto de Larrau (1578m) cubierto de nubes, esto no hace presagiar nada bueno. 

Compañeras de carretera.

No nos queda más remedio que ponernos los trajes de agua al coronar el puerto, la temperatura debe haber descendido más de 15 grados, no se ve nada y entre las nubes bajas y el agua que cae, a duras penas somos capaces de ver las vacas que a modo de estatuas de cera, ocupan buena parte de la carretera.
El descenso hacia Larrauz se hace complicado, no cesa de llover y la niebla no desaparece, no me queda más remedio que fiarme de la pantalla del navegador.

Camino hacia la pasarela.
Comemos en el Albergue Logibar,  a 200 metros de la entrada a la  Pasarela de Holtzarte; la comida nos llevas más tiempo de la cuenta, no cesa de llover y  no queremos irnos del lugar sin recorrer los 2700 metros hasta llegar a la Pasarela.
Por fin a las cuatro de la tarde comenzamos el camino, una senda que en menos de una hora y tras una subida bastante exigente, nos sube ladera arriba hasta el inicio de la garganta de Holtzarte.

La pasarela de Hotlzarte se construyó a principios del siglo XX para facilitar el aprovechamiento de los trabajos forestales. Tiene unos 70 metros de longitud y está suspendida a 200 metros por encima del cañón, con unas vistas alucinantes a ambos lados del puente. Es una verdadera experiencia cruzarlo de lado a lado, sobre todo si cruzas con más gente, porque el puente llega a moverse bastante. ¡Pero tranquilos!, porque la pasarela es muy segura, ya que está sujeta con potentes cables de acero que parten de los dos extremos de la garganta.
Pasarela de Holtzarte.
Regresamos hacia Larrau y tomamos la D-19, comenzamos a ascender con nubes bajas, el chirimiri nos hace buena la decisión de haber comenzado con el traje de lluvia, la subida se hace difícil, el chirimiri se convierte en intensa lluvia, pero por fin conseguimos coronal el Puerto de Bagargi (1327m). Conforme descendemos vuelve a salir el sol, parece que llega la calma.
Antes de desviarnos en la D-301 hacia Esterencuby, nos paramos a observar lo plácidamente que se encuentran pastando varios caballos. 
Alto en el camino.
La carretera aunque muy húmeda y sin pintar, parece que se encuentra en buen estado; pero poco dura la tranquilidad, las nubes y la lluvia vuelven a hacer acto de presencia; reducimos mucho la velocidad, hay momentos en los que no distingo saber si estoy subiendo o bajando, bastante es con intentar llevar la moto entre la estrecha carretera y sólo me queda el consuelo de que aún no ha aparecido ningún animal entre la niebla; de vez en cuando, cuando miro por mi retrovisor, puedo ver las luces de la GS de Goyo.
La moto se hace cada vez más pesada y difícil de manejar, no se ve nada y la niebla junto con la lluvia hacen que me sienta desorientado. Estoy en una curva cerrada, en pendiente, no sé hacia donde tengo que seguir, si hacia la derecha o hacia el vacío, no me ha quedado más remedio que parar la moto en mitad de la carretera.
El descenso es igual, con mucho agua y muy lento, hasta que llegamos al valle y ponemos rumbo a San Juan Pie de Puerto, aquí tomamos la D-933 y ponemos nuevamente rumbo a España, cruzamos la frontera y cogemos la N-135, esta carretera parece que está pensada para un parque de atracciones, lástima que la lluvia y lo mojado de la calzada nos impidan disfrutar de los 25 kilómetros que nos faltan para nuestro destino de hoy, Espinal-Auzperri.

Viernes 21 de julio. Espinal Auzperri-San Sebastián (202Km).
Nos encontramos a escasos kilómetros de Roncesvalles y como es lógico, nuestro inicio de ruta coincide con la de muchos peregrinos.
Cómo me gusta esta N-135, qué trazado más divertido para disfrutar de la moto cuando la carretera ya no se encuentra tan mojada, un va y ven de curvas nos hace suavemente descender hacia la NA-138; pasamos el embalse de Eugui y nos adentramos en un bosque donde la niebla y el chirimiri le dan un aspecto un tanto fantasmagórico, a la izquierda la ladera de la montaña, a la derecha solo se ve el blando de la niebla.
Entramos en Francia casi sin darnos cuenta, descendemos hacia Aludes y de aquí hacia
Saint Etienne Baigorry donde tomamos la carretera D-949 que nuevamente nos llevará viraje tras viraje al Alto de Izpegui (672m), punto que sirve de frontera con el vecino país.

El descenso está plagado de curvas, a derecha, a izquierda, reviradas, de 180 grados, todo un compendio de curvas en unos pocos kilómetros. Ya en un terreno más llano continuamos hasta Ordoqui, donde giramos a la derecha y ponemos rumbo a Francia, pero justo antes de atravesar la frontera tomamos la NA-4401, Zugarramundi y todo su misterio nos esperan.

Llegamos a las Cuevas de Zugarramundi o Cuevas de las Brujas, la leyenda de la Cueva nos lleva hasta el 1610, año en el que una vecina del pueblo soñó como algunos de los lugareños acudían hasta la gruta para realizar un aquelarre pagano. Esta habladuría llegó hasta el oído del tribunal de la Inquisición, que no dudó en arrestar a 53 de los vecinos acusados y tras torturarlos, dio muerte a 12 de ellos en la hoguera. La entrada son tan solo 4€, así que por ese dinero, se puede hacer un alto en el camino y estirar un poco las piernas, si buscas impresiones más fuertes, este no es tu sitio, salvo que seas un ferviente seguidor del esoterismo.
Cuevas de Zurragamundi.


Tren de la Rhune.
Reanudamos la ruta con dirección a Francia y a tan solo 6 kilómetros de haber atravesado la frontera nos encontramos con el Tren de la Rhune, en la localidad de Sara, a tan solo 10 kilómetros de San Juan de Luz. Nueva decepción, está claro que los trenes no iban a ser para este viaje, esta vez no estaba cerrado, pero las condiciones climatológicas de los lugares por donde discurría no eran nada favorables, así que después de comer volvimos a la ruta.
Tomamos nuevamente dirección a España por una tranquila D-4 que nos lleva hasta Herboure y de allí la D-404, una carretera estrecha y con mal firme que nos lleva hasta el Col de Ibardin (347m), punto fronterizo entre los dos países y lugar donde se puede encontrar una amplia oferta comercial, que va desde restaurantes a comercios de todo tipo; el descenso no tiene desperdicio, la carretera está en mejor estado, pero muy ratonera y con mucha circulación.
Faro de Higuer.
Tras el descenso tomamos la carretera N-121A, que nos conduce en paralelo por la línea imaginaria fronteriza con Francia; llegamos a Behobia y paralelos al río Bidasoa vamos buscando el Faro de Higuer, punto y final de esta transpirenaica.
En Hondarribia el navegador se empeña en ofrecernos una ruta turística por la localidad, hasta que al final conseguimos salir a su playa, desde aquí el destino ya se encuentra cerca, solo hay que subir una pequeña rampa y ahí está, el Faro de Higuer.
Con aparcamiento en la misma puerta del recinto, se puede disfrutar fácilmente de las vistas del recinto y de su entorno.

Retomamos la marcha por la calle Higer Bidea y somos obsequiados con unas espectaculares vistas sobre la playa de Fuenterravia; entramos en la GI-3440,  con ella atravesamos el puerto de Jaizkibel (455m) y sus curvas de herradura, descensos prolongados y privilegiadas vistas sobre la costa.
Pasamos junto a la ermita de la Virgen de Guadalupe, patrona de Hondarribia, pero no nos detenemos, nuestro siguiente destino es el Parador de Jaizkibel.
Lo que hoy encontramos en este espectacular mirador hacia toda la costa de Hondarribia, son unos fotogénicos arcos de piedra de lo que fue el antiguo Parador de Jaizkibel; muy cerca se puede acceder a una de las torres de señales que coronaban toda la cresta del monte Jaizkibel desde Hondarribia hasta Pasajes.
Parte superior parador en la actualidad, parte inferior parador años 60.
Seguimos buscando nuestro final de etapa y nos encontramos con Lezo, atrás quedó el intenso color verde, el fresco de la montaña, las típicas construcciones de pueblo, el azul marinero, la brisa del mar, ahora entramos en una ciudad industrial y lo primero que nos recibe son sus astilleros.
Desde aquí ya solo nos queda ir abriéndonos paso entre la gran jungla de vehículos, el paisaje ha perdido belleza y ahora lo importante son las indicaciones del navegador y estar muy atentos a la circulación, San Sebastián ya está ahí y con él, el final de esta aventura, 1211 kilómetros de transpirenaica desde la mediterránea Rosas (Gerona), hasta la cantábrica San Sebastián, pasando por Andorra, unas cuantas veces por Francia, subiendo y bajando multitud de puertos, trazando cientos de curvas, disfrutando de singulares sitios, deleitándonos  con espectaculares vistas, degustando las más variadas gastronomías, disfrutando del comportamiento de nuestras motos, risas y más risas.
Qué mejor sitio para finalizar esta aventura que en la playa de la Concha.
Ya solo me queda agradecer a la persona que ha sufrido mis continuas paradas para el "momento foto", al que ha guardado mis espaldas en todo momento y al que ha hecho que estos días hayan sido simplemente perfectos. Muchas gracias Goyo.